Para quien tiene en la lectura su mayor afición y en
los libros su mayor tesoro, leer las experiencias, las vivencias y las
reflexiones de un editor es necesariamente algo muy valioso. Además, en este
caso se trata del creador e impulsor de la editorial de la que hay más libros
en casa.
Tengo un agradecimiento infinito a quien me dio a
conocer en su día a escritores anglosajones como Auster, Amis y Barnes de los
que leía todo lo que publicaba Anagrama hasta que, como pasa con muchas cosas
en la vida, me cansaron y desde entonces solo he leído alguno suelto. No es el
caso del gran periodista polaco Kapuscinski del que, desde que se publicó la
primera traducción, he leído todo y con todo he disfrutado. También más
recientemente le debo el descubrimiento de un grupo de escritores franceses que
están entre mis favoritos últimamente, gente como: Carrère, Echenoz, Deville o
Mauvignier. Finalmente, aunque no menos importante, agradecimiento eterno por
la publicación de toda la obra del que es para mí unos de los mejores
escritores en castellano de los últimos cincuenta años, Rafael Chirbes.
Bastaría solo con estos nombres, pero es que además en casa hay gran cantidad
de otros autores, principalmente anglosajones, que son seguidos por mi mujer
como: Coe, Kureishi, Hornby, Ishiguro, Shriver o Sarah Waters, entre otros.
Todo ello hace que el característico color vainilla
de la editorial destaque de manera muy visual en nuestra biblioteca. Por eso,
el agradecimiento a este gran editor que en un momento determinado del libro
afirma:
“(…) las características de una forma de entender la
edición que, tanto en Anagrama como en otros sellos en parecida sintonía,
podría resumirse así: no vendemos libros
(o no solo eso) sino que publicamos autores,.” (p. 117)
Queda así explicada perfectamente su labor y el
hecho de tener tantos libros de un mismo autor.
En el libro que ahora comento lo que se ha hecho es
recoger una serie de conferencias, discursos de agradecimiento por distintos
galardones, entrevistas, artículos aparecidos en alguna revista o en algún libro y bastantes textos inéditos,
para con todo ello dar una visión de la labor de este editor a lo largo de los
últimos cincuenta años. El libro se divide en cuatro partes: Trayectorias
editoriales (1969-2000), Entrevistas y Discursos, Teoría y Práctica y
Trayectorias editoriales (2000-2019).
Hay mucha información sobre autores, sobre las
vicisitudes de algunas ediciones, sobre el funcionamiento de la censura en los
primeros momentos de la editorial (en esa época editaba sobre todo textos de
fuerte contenido político); hay interesantes reflexiones sobre temas como, por
ejemplo, el precio libre del libro que se ha intentado implantar en España en
un par de ocasiones o sobre la obra de algunos autores y, también, muy de vez
en cuando, alguna pincelada sobre la vida del editor.
En definitiva, hay un poco de todo y todo
interesante para quien tenga la lectura como algo importante para su vida.
Quizá le pondría el pero de que hay reiteraciones,
lo que es lógico al componer un libro de esta manera, pero que resultan a veces
un tanto excesivas. Creo que al libro le falta, valga la broma, algo de edición.
En un libro
así no faltan referencias al libro como objeto (no sé si de culto). Destaco las
dos siguientes por compartirlas en un 101%:
“Como tantísimos lectores, como casi todos diría yo,
excepto las jovencísimas generaciones, soy adicto al libro como objeto, a la
composición bien hecha, al papel, a todos los tópicos reales que se han dicho.
Soy un adicto al libro tradicional.” (p. 212)
“A mí me gusta oler los libros, tenerlos en casa. Es
como si tuvieras tu vida, tu memoria reunida. No sé tener esos sentimientos en
un aparato electrónico.” (Ramón Lobo en
una entrevista con Herralde) (p. 231)
Esta frase de Ramón Lobo me ha gustado muy
especialmente porque hace muy poco he tenido que desprenderme de una parte
importante de mi biblioteca lo que he dejado un fuerte agujero en mi memoria y
también, por qué no reconocerlo, en mi vida.
Ni que decir tiene que es un libro absolutamente
recomendable.
Hay una buena reseña de Bernabé Sarabia en
elcultural.com
Jorge Herralde, Un
día en la vida de un editor y otras informaciones fundamentales
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