En los últimos
dos años he leído casi todo lo publicado en España de esta grandísima
periodista argentina. En este caso aparece solo como editora, pero se aprecia
su mano tanto en la elección de los temas, como da la impresión de que también
de los periodistas que los tratan, porque su calidad es innegable en todos los
casos.
Empezaré mi
comentario aprovechando dos fragmentos del prólogo de la propia Guerriero que,
no por casualidad, titula La jauría:
“Primero, la
idea, el origen: un libro de perfiles que dibuje un mapa –oscuro, inverso- de
América Latina. Un libro que reúna historias de mujeres y hombres –todos
contemporáneos, en su mayoría vivos- que, en el arcoíris de la maldad, habiten
la zona feroz de los colores plenos. Un libro que cuente la vida –y la obra- de
malos químicamente puros: de malos inapelables.” (p. 9)
“El malo no
como un monstruo; no como alguien para cuya concepción anómala deben conjugarse
decenas de coincidencias atroces, sino como el vecino que cada domingo baja a
pasear el perro y que, de lunes a viernes, aplica chorros de electricidad sobre
una embarazada.
El malo como
bestia. Pero como bestia humana.” (p. 16)
El primer
fragmento es con el que abre el Prólogo y el segundo el que lo cierra.
El libro
recoge catorce perfiles de “malos” muy variados tanto por su procedencia
geográfica, así: Argentina, Venezuela, Panamá, El Salvador, Brasil, México,
Perú, Colombia y Chile; como el tipo de su maldad, así: descuartizadores,
violadores, caníbales, asesinos, ladrones de niños, torturadores, etc. y tanto
civiles como militares o policías o paramilitares. Además, tres son
mujeres.
Se trata de un
texto no siempre fácil de leer. Su dureza hace que en algunos momentos haya que
respirar profundamente para coger aliento por los temas y las descripciones que
se hacen: cómo se deshacen de cadáveres, perros que violan entrenados por una
mujer, torturas de todo tipo tanto por represores como por pandilleros y, en
general, el uso sistemático de la violencia. Sin embargo, junto a ello hay
muchos momentos conmovedores sobre todo cuando se cuentan detalles de la
infancia y juventud de los protagonistas que, como se puede suponer, no fueron
momentos especialmente gratos ni alegres para muchos de ellos; no se pretende
por eso justificar sus comportamientos, pero sí acercarse algo a una mínima
explicación. Hay mucha miseria tanto material como humana en los orígenes de
esa maldad, aunque no en todos los casos pues también hay algunos que proceden
de la clase media y tuvieron la posibilidad de estudiar y formarse dentro de un
ámbito familiar normal.
Los reportajes
están escritos en 2014, el libro se publicó en Chile en 2015, pero lo que en
ellos se cuenta abarca períodos mucho más largos según los casos. La inmensa mayoría
estaban vivos cuando se escribieron aunque muy pronto fue asesinado uno y, por
alguna búsqueda que he hecho luego en internet, hay algún otro que ha muerto
con posterioridad.
Es casi
imposible destacar alguno de los reportajes. Todos tiene gran interés y todos
están muy bien escritos. Quizá por mi desconocimiento del tema y porque
explican muchas cosas, a mí hay tres que me han llamado más la atención: el de
las maras salvadoreñas, el que habla de la situación en la mayoría de las
cárceles venezolanas y el dedicado a los paramilitares colombianos.
Al finalizar
la lectura se da uno cuenta de que cada uno de los relatos podría muy bien dar
lugar a una película e incluso a una serie de televisión. Todos tienen gran
fuerza, interés humano y unos protagonistas reales que sería difícil encontrar
tan bien caracterizados en una novela.
Desde luego,
no solo creo que es un libro muy recomendable, sino que se trata de una lectura
tremendamente adictiva y apasionante en la línea de la mejor literatura. De él
dice Gabriel Ruiz Ortega en su reseña en leeporgusto.com:
“Pues bien, hace más
de un mes leí un libro que bien puedo calificar de histórico y
que todo amante de la buena lectura está en la obligación moral de
leer. Histórico no solo para los entusiastas de la crónica y los
perfiles, sino también para los acostumbrados a leer ficción,
que, dicho sea, no sería pernicioso que le den tregua a ese apego, porque estos
catorce perfiles que integran Los malos (UDP, 2015), es, por
donde se le mire, una obra maestra. Una experiencia
literaria total, a secas.”
(Los
subrayados en el original).
Leila
Guerriero (Ed.), Los malos.
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