Entre 2018 y 2019 leí todo lo que había publicado la
autora hasta ese momento. No la conocía a pesar de que llevaba publicadas
varias novelas que, además, habían recibido multitud de premios y se habían
hecho varias adaptaciones cinematográficas. Empecé leyendo la última que había
publicado, Las maldiciones, y luego
de forma un tanto desordenada fui completando el conjunto de su obra. Por eso,
esperaba que llegase a España Catedrales
que llevaba ya un tiempo publicada en Argentina.
Piñeiro ha sido calificada de “intelectual orgánica de la clase media progresista
porteña” por Leo Grande Cobian en su extensísima reseña en
evaristocultural.com.ar. No sé si ella aceptará ese calificación, lo que
sí creo que se puede afirmar es que en sus novelas refleja bastante bien los
valores y las formas de vida de esa clase media. Una clase media que, hay que
advertir leído desde España, no coincide sociológicamente con lo que aquí
consideremos como tal; allí es menos numerosa y tiene un estatus superior.
En Catedrales tenemos otra vez el protagonismo de personajes de ese
grupo social, pero en este caso con unos problemas algo distintos.
La novela parte de la muerte de una
joven, Ana, treinta años antes. Una muerte rodeada además de rasgos terribles
pues el cadáver apareció descuartizado y quemado. Con este principio se podría
pensar que estamos ante una novela policiaca o un thriller, géneros habituales en la obra de la autora y en los que
se maneja con gran habilidad. Sin embargo, más allá de que sí hay el elemento
de saber qué pasó, la novela se centra en otras cosas en mi opinión más
interesantes como son: las relaciones familiares, la presión de la religión
sobre ciertas mentes y algún otro que es mejor no mencionar para no hacer
spoiler.
Ofrece también esta novela una
sugerente forma de contar la historia partiendo de unos capítulos en los que
los siete protagonistas van contando diferentes aspectos y momentos; así, poco
a poco va avanzando y conociéndose lo que sucedió. Estos protagonistas son: las
dos hermanas de la víctima, su mejor amiga del colegio, el hijo y el marido de la hermana mayor, un
investigador y, finalmente, el padre. No se trata exactamente de
perspectivismo, aunque lo hay en algunos momentos, sino de ir dando a conocer
la historia a partir de las narraciones de estos protagonistas hechas todas en
primera persona. Hay también dos elementos bastante novedosos: por un lado,
parte de un capítulo está montado a partir de un diálogo en el que solo se
reproduce una de las intervenciones dejando la otra con un simple guion; por
otro lado, Marcela, la amiga del
colegio, padece una enfermedad rara, amnesia anterógrada, por la que solo
recuerda bien lo que sucedió antes de que un golpe se la produjera, el resto,
lo inmediato, lo olvida rápidamente lo que le da pie a Piñeiro para construir
un capítulo muy elaborado y original.
Como decía más arriba, la parte de thriller tiene relativamente poca
importancia porque, además, se intuye enseguida por dónde va a discurrir algo
que, creo, a la autora no le preocupa porque su objetivo con esta novela es
otro que tiene más que ver con la actualidad social y política de su país en
estos momentos.
Si en la última novela que he
comentado en el blog se hacía alusión a los abusos sexuales en el seno de la
Iglesia católica, en esta tampoco sale demasiado bien parada esa religión a
partir del comportamiento de algunos de los protagonistas influidos por esas
ideas.
Otro buen texto de una escritora
que mantiene una línea muy firme y cuyas obras ofrecen siempre temas
interesantes y un buen tratamiento literario, sin dejar de ser muy
entretenidas.
(Algo que me ha sorprendido es que utiliza la acentuación que ya se ha cambiado de pronombres, diacríticos y términos como solo).
Además de la reseña mencionada, hay
otra interesante de Juan G.B. en unlibroaldia.blgospot.com.
Claudia Piñeiro, Catedrales.
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