Esta es uno de esos libros
que compro por lo que leo en la contraportada. En este caso se habla de un “thriller histórico sobre la guerra
clandestina por la independencia de Irlanda” y, sin que sea mentira, no
responde desde luego al contenido real de la novela.
Se inicia esta con un hecho
histórico como es el ahorcamiento en Manchester en 1967 de tres líderes del
movimiento independentista irlandés. Como consecuencia del mismo, desde Estados
Unidos se envía a un exsoldado, Stephen Doyle, para vengar esas muertes. Para
ello se tendrá que enfrentar a James O’Connor, jefe de la policía e irlandés
recién llegado de Inglaterra donde trabajaba y se había refugiado en la bebida debido
a la muerte de su mujer y de su hijo. Ahora es abstemio. Así pues, la novela se
convierte básicamente en el enfrentamiento entre ambos protagonistas en una
ciudad de Manchester que, eso sí, está magníficamente retratada logrando una
atmósfera muy del siglo XIX. En esto me recuerda
bastante a lo que logra Benjamin Black con el Dublín de mediados del siglo XX.
Como novela policiaca
funciona bastante bien. McGuire es bueno construyendo diálogos entre sus
personajes y la trama está bien elaborada aunque creo que al libro le sobran
unas cuantas de sus 454 páginas.
Dice el
autor en la reseña/entrevista de Elena Hevia elperiodico.com:
“Esta
novela habla de la violencia política y de los límites que la gente está
dispuesta a traspasar en nombre de una ideología, una causa, una creencia o un
nacionalismo”.
El problema es que esa ideología está muy poco tratada y reflejada en el texto. Es cierto que la novela se desarrolla en el ambiente del nacionalismo irlandés pero, precisamente por eso, creo que tendría sentido haber escrito algo más sobre el tema. Apenas dedica un par de páginas a un debate entre dos posiciones del movimiento que se pueden resumir en el siguiente diálogo:
“- Entonces, si no te he
entendido mal, tú pretendes que recuperemos la libertad asesinando a personas
inocentes y quemando casas –tercia O’Neill- ¿Es eso lo que nos propones?
-Mira, yo soy un soldado (habla Doyle). Para mí no hay diferencia
alguna entre matar a un enemigo en la esquina de una calle o en el campo de
batalla. El resultado es exactamente el mismo”. (p. 377)
No demasiado, ni demasiado
elaborado para un tema que tanta importancia tuvo posteriormente.
En fin, una novela
entretenida sin más, que se lee bien, pero que deja un cierto regusto amargo
por las posibilidades que tenía.
Ian McGuire, El abstemio. Traducción Íñigo F. Lomana.
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