viernes, 30 de abril de 2021

Mejor libro del año según Babelia


Como ya he dicho muchas veces en este blog, desde hace bastantes años no me intereso demasiado por la literatura que se hace en España. Con la desaparición de Rafael Chirbes lo hizo el único escritor del que seguía toda su obra. Otra cosa sería la literatura escrita en castellano que sí me interesa porque lo hace, y mucho,  la que se escribe al otro lado del Atlántico; creo que esta es más variada en sus temas y más interesante en sus reflexiones y en sus formas.

No obstante, de vez en cuando me gusta leer también algo de lo que se escribe por aquí y, en este caso, me llamó la atención que este libro fuese considerado el mejor del año 2020 por la votación de 100 críticos, escritores y periodistas organizada por Babelia. Además, compitió con libros como Nunca digas nada o Poeta chileno y con autores como Annie Ernaux, Éric Vuillard o Leonardo Padura, por citar solo algunos títulos y nombres que conozco y me gustan mucho.

Evidentemente, como pasa con esas películas que todo el mundo te recomienda, no es la mejor manera de enfrentarse a una lectura y, sin embargo, la novela me ha gustado incluso algo más de lo que me esperaba.

La historia transcurre en un pueblo pequeño al que se ha trasladado una joven, Nat, sin que sepamos muy bien por qué. Un pueblo en el que habitan un hippie de la rama solidaria y afectuosa; un extraño personaje, el alemán, del que tampoco sabemos casi nada; un matrimonio mayor en el que la mujer padece Alzheimer; una familia que solo pasa los fines de semana y que son los vecinos de la protagonista; y un casero que es el personaje más negativo y siniestro de la novela.

Mesa ha dividido la obra en tres partes. En la primera nos presenta a los distintos personajes y hace que el lector se interese por lo que pueda llegar a pasar. En la segunda, la más intensa, en la que aparece no el amor, a pesar del título, sino la obsesión de Nat. La tercera se dedica a convertirla casi en un pequeño thriller, con algunos giros de guion.

No obstante, lo más interesante de la novela, o al menos lo que me ha resultado más atractivo, es cómo logra Mesa trasladar al lector al ambiente físico y psicológico de ese lugar; cómo crea una atmósfera para que cosas que no tienen demasiada explicación, como por ejemplo esa obsesión mencionada, el lector pueda aceptarla.

Como dice Juan G.B. en su reseña en unlibroaldia.blogspot.com, una reseña por cierto no muy favorable al libro:

“Además, es indudable que talento para la prosa no le falta: cualquiera de sus párrafos, sueltos, muestran bastante calidad literaria; pero, sobre todo, sus novelas, me hayan gustado más o menos, denotan un interés por hacer ficción, por contar historias ajenas a sí misma…”

Claro que más adelante continúa así: 

" (...) por mucha empatía que pueda suscitar el personaje, la exasperación que produce, ella y la novela en general, la supera”.

Una opinión diferente tiene Nadal Suau en su crítica hecha en elcultural.com:

“Mesa demuestra otra vez que es una autora inconfundible en su manejo de los silencios, los hechos expuestos sin consuelo ni explicación, la brevedad afilada

La mayor incomodidad en Un amor, como en la realidad, es que resulte imposible reducirla a un dictamen de parte o a catálogo de arquetipos morales. Sus aristas se presentan bajo una prosa de limpieza desconcertante, escueta, ágil: se lee con la velocidad que asociamos al disfrute”. (Subrayado en el original)

En este caso tengo que situarme en una posición intermedia entre ambas críticas. Es cierto que la protagonista produce cierta exasperación en varios momentos, que hay quizá demasiadas cosas sin ninguna explicación, pero al mismo tiempo, está muy bien escrita y se disfruta de su prosa.

Dese luego yo no la votaría como el mejor libro del año, pero es una buena lectura.

 

 

Sara Mesa, Un amor.

 

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