miércoles, 5 de mayo de 2021

Slimani amplía su registro


Con esta novela Slimani ha dado un importante giro e impulso a su carrera literaria. Hasta ahora había publicado dos novelas bastante cortas aunque con una ganó nada menos que el prestigioso Premio Goncourt. También un interesante ensayo sobre la sexualidad en Marruecos. Ahora inicia una trilogía con la que pretende narrar una saga familiar, parece ser que con mucho contenido autobiográfico, que abarca desde la segunda mitad del siglo pasado hasta casi la actualidad.

Este primer libro de la serie se inicia en 1947 con la llegada a Marruecos de la familia y transcurre sobre todo en los años 1953 a 1955, justo antes de la independencia que se produjo en 1956. Para contar la historia se sirve de una interesante galería de personajes entre los que destacan: Mathilde, una alsaciana que se enamora en 1944 de Amín, un soldado de las tropas coloniales marroquíes presentes en Francia, con el que se casa; Aicha, la hija de ambos; Omar y Selma, los hermanos de Amín y Muilala, su madre; también un médico y su mujer, ambos europeos.

Una vez casados se van a vivir al norte de Marruecos en la zona rural bereber de la ciudad de Meknés (Mequinez). Allí Mathilde tendrá que enfrentarse a una difícil asimilación en una cultura, tradiciones y formas de vida muy diferentes desde, además, una situación económica muy complicada. Aicha tendrá también problemas de integración en su colegio, un colegio francés en la que se siente desplazada por ser hija de un moro (utilizo este término, que nunca me ha gustado, porque en la novela también se hace). Amín trabaja hasta la extenuación para sacar adelante a la familia y lograr una buena posición económica, pero descuida otros aspectos lo que llevará a problemas familiares. Su hermano Omar es un activista nacionalista y su hermana Selma una rebelde con la situación de la mujer en el país.

En un libro de 433 páginas pasan evidentemente muchas cosas porque, además, Slimani ha escrito una novela muy tradicional, es decir, muy narrativa, manteniendo siempre la cronología salvo algún pequeño recuerdo; una novela en la que tenemos que saber qué están haciendo y qué les está pasando a los protagonistas, pero también cómo lo están viviendo interiormente.

Como dice Lourdes Ventura en elcultural.com: “La autora francomarroquí tiene a veces un tono de romanticismo controlado y el alma de los personajes se desvela mediante una escritura donde la pasión y la contención encuentran su punto exacto”.

No sería Slimani si no dedicara su espacio a denunciar la situación de la mujer en ese mundo. En los dos fragmentos que reproduzco se pueden observar dos aspectos de esa situación: lo que se esperaba de las mujeres y lo que sucedía si no se cumplían las expectativas: 


“Quería una esposa que se pareciera a su madre, que lo comprendiese sin necesidad de palabras, que tuviera la paciencia y la abnegación de los suyos, un pueblo que habla poco y trabaja mucho. Una mujer que lo esperara en casa, silenciosa y entregada, que lo observara comer y en ello hallara toda su felicidad y gloria”. (p. 131) 

“Aicha ya había visto mujeres con la cara amoratada. A algunas madres con los ojos hinchados, la mejilla violeta, el labio partido. En esa época incluso creyó que el maquillaje servía para eso. Para disimular los golpes de los hombres”. (p. 377)

 

Pero también carga contra la colonización o, para ser más precisos, contra la actuación de muchos colonos:


“A veces quería ganarse la confianza de los europeos con los que trataba: Había intentado convencerlos de que él era diferente, no era un falso, ni un fatalista, ni un vago, que eran los calificativos que los colonos empleaban para referirse a los marroquíes”. (p. 321) (Se refiere a Amín.)

 

 En este aspecto está muy bien tratado todo lo que se refiere a la educación que se daba en el colegio francés y, como decía antes,  al comportamiento de la mayoría de las familias con Aicha. 

Otro tema también importante es la mala situación económica del mundo rural y la miseria de muchos campesinos.

Una  novela que gustará a quien disfrute con las buenas historias contadas a la manera tradicional y las historias con personajes de carne y hueso. Gustará menos, claro, a quienes busquen originalidad y unas técnicas narrativas más modernas.

Es una novela muy de momentos y que ayuda a conocer cómo era un país que está a apenas 14 kilómetros de la Península y que es, junto con Portugal, otro gran desconocido.

 

Leila Slimani, El país de los otros. Traducción Malika Embarek López.

 

 

 

 

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