Puestas así las cosas estamos ante una novela que es también un
documento histórico. Trojanow ha organizado el libro a partir de capítulos
alternos de los dos personajes protagonistas: Konstantín, la resistencia, que
pasó muchos años en la cárcel por participar en la destrucción de una estatua
de Stalin y que se dedica a investigar en los documentos de la Seguridad para
descubrir a sus delatores, y Metodi, el poder, que ocupó diversos cargos en el
régimen comunista y que sigue en buena situación tras el cambio de régimen de
los noventa. Ambos ofrecen, a través monólogos, su visión tanto del presente
como también del pasado incluyendo momentos de su infancia y juventud.
Además, de vez en cuando el autor introduce un capítulo con un relato sobre temas muy variados y otro en el
que reproduce algunos documentos reales de los Archivos en los que se puede
apreciar el nivel de vigilancia que había y, también, lo absurda que era en
muchos casos.
Esta estructura funciona muy bien sobre todo al principio y a medida que
vamos conociendo a los dos protagonistas y su historia. Sin embargo, a partir
de un determinado momento, más o menos hacia la mitad del libro, a mí la
lectura se me ha empezado a hacer bastante costosa, cada vez me interesaba
menos lo que me contaban y no me parecía que aportase cosas más interesantes
que las ya conocidas. En el tramo final recupera ese interés, pero creo que es
demasiado tarde. Claro, estamos hablando de un libro de 480 páginas.
En una buena reseña en fanfan.es se dice:
“El método de Trojanow se parece al de Svetlana Alexíevich. Recoge voces y testimonios. Pero en lugar de construir una historia coral de múltiples voces, Trojanow arma una ficción con elementos tomados de cada uno de ellos”. (Subrayado en el original.)
Efectivamente, tiene en común el basarse en testimonios, pero este libro
está muy lejos del magnífico El fin del
“Homo Sovieticus” de la escritora
bielorrusa, un libro de lectura casi obligatoria para quienes quieran entender
cómo fue ese régimen e incluso cómo es hoy y por qué la Rusia de Putin.
Trojanow es muy crítico, con razón, con el régimen búlgaro y a eso dedica la novela con fragmentos como los siguientes:
“A ver si te enteras, muchacha, para tener verdadero poder hay que conseguir que los demás te tengan miedo. El resto son fuegos artificiales. El miedo emana de los archivos y, aunque hay quien quiere dárselas de enterado, los archivos los controlamos nosotros”. (p. 26) (Habla Metodi tras la caída del régimen.)
“Los responsables no han sido llevados a los tribunales. Siguen ocupando cargos en las instituciones, son ciudadanos respetables, hombres de negocios que han alcanzado el éxito, gozan de una tranquila jubilación o han sido enterrados con todos los honores”. (p. 47) (Habla Konstantín reflejando cómo se han adaptado al nuevo régimen los del antiguo.)
Esta crítica es la principal y mejor aportación de una novela que se lee
muy bien al principio, que incluso sorprende por su estructura, pero que
termina cansando y aburriendo por la reiteración.
Ilija Trojanow, Poder y
resistencia. Traducción Roberto Bravo de la Varga.
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