miércoles, 22 de diciembre de 2021

Original planteamiento

Estamos ante un libro difícilmente clasificable con un título enormemente atractivo. Nada menos que Siberia, ese territorio tan desconocido, y los pianos en relación con él. De Siberia conozco bastante su extremo oriental, Kolimá,  gracias a los relatos de Varlam Shalámov (por cierto, una colección de libros algo más que recomendable) y del estupendo libro sobre su viaje en auto-stop a través de esa zona del periodista polaco Jacek Hugo-Bader.

La escritora británica autora de este libro ha dedicado dos años de su vida a ir recorriendo la zona de un lado a otro en busca de pianos de los que iba obteniendo alguna referencia. Ahora bien, en el libro no se limita a contarnos qué ha sido de los pianos, en qué estado se encuentran o quién es hoy su propietario; creo que no hubiese sido demasiado interesante de haber sido así. Por el contrario, Roberts escribe sobre diferentes aspectos que van desde la historia de Rusia y de la URSS, a conciertos dados por grandes pianistas como Liszt o Rijter en distintos lugares de Siberia; también entrevista a un conjunto de personajes originales y a veces algo excéntricos y, lógicamente, narra variadas peripecias en un viaje tan largo y por tierras donde la vida es bastante difícil.

El libro está dividido en tres partes basadas en la cronología. Así, la primera abarca hasta 1917, la segunda desde esa fecha hasta 1991 y la tercera llega hasta el momento actual. Es bastante extenso pues tiene 355 páginas de texto más otras casi 100 dedicadas a notas, referencias  e índice onomástico.

Hasta aquí el contenido de un libro que se lee bien y que ofrece cosas muy interesantes al lado, eso sí, de otras que lo son menos. A mí me han interesado sobre todo cosas como lo que cuenta sobre los decembristas; la visita de Chéjov a la isla de Sajalín; las diferentes referencias que hace al sitio de Leningrado o todo lo que explica en la parte final sobre las islas del Comandante y las Kuriles. Además, claro está, de algunos de los personajes con los que se relaciona en el viaje. Sin embargo, me han faltado más informaciones sobre la vida actual, el territorio y esos aspectos que siempre se tratan en los libros de viajes porque creo que este libro en lo fundamental es un libro de viajes. También me desconcierta el desorden con el que están estructurados algunos capítulos. Así, por ejemplo, el capítulo 11 se inicia hablando de Stalin y Siberia, para pasar a continuación a centrarse en un grupo étnico, los nenezos, del que hace un análisis antropológico y también musical entrevistando a un compositor de esa etnia que tiene piano, termina el capítulo hablando sobre la construcción en los años del ferrocarril 501que iba siguiendo la línea del círculo polar.

En resumidas cuentas, se trata de un libro original en su planteamiento aunque a veces resulte un tanto confuso. Muchas páginas se leen con interés, pero hay otras que quizá puedan interesar a especialistas en los pianos. A mí tengo que reconocer que me ha decepcionado un poco porque, quizá erróneamente, me esperaba otra cosa. Sí tengo que agradecer el conjunto realmente espléndido de fotografías que se insertan en los diferentes capítulos incluyendo algunas hechas en el siglo XIX.

Hay dos buenas reseñas: la de Andrés Seoane en elcultural.com y la de Ricardo Martínez Lorca en revistadeletras.net.

 Original planteamiento

 

Sophy Roberts, Los últimos pianos de Siberia. Traducción Ramón Buenaventura.

 


 

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