Conozco al autor desde que empezó a participar en las
tertulias de la cadena SER. En un momento dado entraron varios contertulios
nuevos y fue Corredor el que más me sorprendió. Me gustaron de él varias cosas:
era tranquilo, daba mensajes claros y mesurados, respetaba los turnos de
palabra sin interrumpir y era progresista (por cierto, qué pena da lo que está
sucediendo con este concepto “gracias” a VOX). Luego volveré sobre las
tertulias.
Cuando vi su libro en la librería, con un título además tan
atractivo no dudé, en estos tiempos tan alborotados la tranquilidad y la
llamada a la convivencia me parecen dos valores cruciales. Tanto el tono
general del texto como los principales contenidos abundan en ambas ideas.
Corredor va mezclando, a lo largo de las 188 páginas del
libro, elementos autobiográficos con descripciones y análisis de la realidad
política y social de nuestro país. Así, trata temas como: Catalunya, los
medios, el sistema político, el papel de Felipe VI o la Administración, entre
otros. Suele comenzar cada uno de los ocho capítulos en los que ha dividido el
texto con un repaso a momentos históricos que aprovecha para sacar algunas
enseñanzas aunque son breves no dejan de tener su carga de profundidad.
De los aspectos biográficos yo destacaría sus sucesivas
participaciones en grupos que pretendían, y pretenden, establecer debates
sosegados entre las diferentes posturas políticas como el que creó en la
universidad, deba-t.org, o +Democracia en el que está inmerso en estos
momentos. Menciona a gente que participó en ellos y que luego ha llegado a
puestos de relevancia.
Hablando de menciones, me ha resultado muy curioso cómo de la mayoría de las personas mencionadas por diferentes razones suele poner a continuación entre paréntesis de quién se trata y/o qué ha sido después de ellas. En este sentido me ha llamado particularmente la atención lo que comenta de dos personas bien conocidas:
“Fernando Berlín (un periodista innovador que consolidaría
tiempo después su posición como icono de la izquierda de la izquierda).” (p.
46).
”Eduardo Inda (con quien años después coincidiría semanalmente en televisión.” (p. 68)
De las diferentes partes del libro se pueden sacar
interesantes enseñanzas, pero tengo que reconocer que a mí lo que más me ha
gustado es lo que cuenta sobre las tertulias. Soy oyente diario, aunque cada
vez menos, de algunas de la radio como las dirigidas por Barceló, Otero y Bretos,
y por eso me interesa, porque, además, creo que los medios son en este momento
el lugar donde se libra la principal “batalla” de las ideas. (Siendo emplear
precisamente en estos días un concepto tan bélico, peo no se me ocurre otro
mejor).
Corredor explica muy bien cuáles son sus objetivos cuando
acude a una tertulia que resumo: Transmitir lo que ha preparado antes (dice que
dedica una hora o tres si es una tertulia de larga duración); contribuir a
bajar la emocionalidad y dar
herramientas para comprender mejor lo analizado; y generar complicidad con los
contertulios. He de decir que suele conseguirlos y que es esto, precisamente,
lo que me llamó la atención como decía al empezar el comentario.
Como se trata de un manifiesto a favor de la convivencia, reproduzco un fragmento en el que se explica muy bien:
“Convivir es, sobre todo, responder a la pregunta de qué
harías con el que es distinto a ti. Y es el principal objetivo político que
deberá tener cualquier gobernante que aspire a representar al conjunto de la
sociedad. Ya sea por sus propias convicciones democráticas o porque entienda
que sin convivencia no habrá paz social, no habrá estabilidad económica y no
habrá capacidad de progresar”. (p. 157)
Para terminar solo dos cosas puntuales. Por un lado, la
preocupación que dejan los datos que da sobre lo que opinan los jóvenes. Así,
solo el 20% confía en el Congreso, menos del 14% en los partidos y no llega al
20% en el gobierno. Con estos datos el futuro se presenta cuanto menos
problemático. Por otro lado, una frivolidad.
Afirma que “San Sebastián (una ciudad preciosa, pero no más que
Santander, Ciutadella de Menorca o Palma de Mallorca)”. Vivo en Palma desde
1984 y siento tener que reconocer que es una ciudad que está muy lejos de
parecerse a cualquiera de las mencionadas. El autor ha debido de tener alguna
experiencia especialmente positiva para ponerla al mismo nivel.
En fin, un libro que se lee con gusto y del que se pueden
aprovechar bastantes informaciones y, sobre todo, reflexiones.
Nacho Corredor, El
activista tranquilo. Un manifiesto subjetivo a favor de la convivencia.
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