Del Amo ganó el premio Goncourt de primera novela en 2011
con otro libro, pero eso ya da una idea de que era alguien a tener en cuenta.
Que yo sepa esta es la primera obra suya que se traduce y tengo la impresión de que no será la
última.
El libro se inicia de una forma muy curiosa pues narra, y
muy bien por cierto, una cacería hecha por hombres prehistóricos. A
continuación se centra en la historia central del libro que es la relación
entre los tres miembros de una familia formada por el matrimonio y el hijo de
nueve años.
La historia está
estructurada en dos momentos del tiempo cercanos entre sí, pero diferentes. En
el primero, los tres se dirigen a una casa que el padre tiene en la montaña y
que heredó de su padre. En el otro se va contando cómo tres semanas antes el
padre regresó después de una larga ausencia y les plantea ese viaje a la montaña.
Estos dos momentos los va alternando a través de toda la novela y así vamos
conociendo algunas de las cosas que les han ido sucediendo, si bien otras
quedan ocultas con un cierto halo de misterio.
Creo que es mejor no decir mucho más de la historia propiamente
dicha. Quizá solo advertir que la anécdota parece un tanto escasa para las casi
trescientas páginas que tiene la novela. Sin embargo, esto no me parece
demasiado importante porque creo que lo más relevante de este libro es cómo
está contado, el lenguaje preciso y preciosista que utiliza, el detallismo con
el que describe los elementos de la naturaleza de forma que creo que se podría
hablar de escritura no solo realista sino naturalista. Ahora bien, esto que
destaco como lo principal y más
sugerente me costó entrar en ello. De hecho creo que se trata de una novela que
puede desesperar un tanto al principio ya que apenas pasan cosas y se dedica
mucho espacio a esas descripciones, pero, al menos a mí me ha sucedido, llega
un momento es que quedas atrapado por esa forma de contar y expectante sobre lo
que les pueda pasar a los protagonistas. Unos protagonistas que son prácticamente
solo los mencionados si añadimos a un amigo del padre.
De ellos se va obteniendo información de manera
fragmentaria. Así, la madre, que tiene 26 años, trabaja en el comedor de una empresa y también
de limpiadora; es apasionada; tiene dudas y remordimientos; lee novelas
románticas y roba una revista en el médico para quedarse con una reproducción
para colgar de adorno en una pared. El padre vivió bajo la autoridad dura e
inflexible de su padre; es tempestuoso e indomable y una especie de nihilista.
De los fragmentos de críticas que la editorial reproduce en
la solapa me gustaría destacar algunas frases: “Un narrador que escribe como
quien sigue las huellas frescas de un rastro”. “Seco, tajante, literal como los
instintos y los hechos”. “Firma una historia de una potencia inusual”.
En fin, me parece que se trata de un texto que puede hacer
que el lector se enganche, lo siga con verdadero interés intrigado por lo que
puede pasar y disfrutando por la forma de narrar del autor. Sin embargo,
también es un texto que, como ya advertía antes, puede desesperar y hacer que el lector lo
abandone a las primeras de cambio.
Jean Baptiste-Del-Amo, El
hijo del hombre. Traducción Lydia Vázquez.
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