Este de Lanchares también es un reflejo de la misma
generación y, al menos en parte, de la misma línea ideológica que el de Duval;
quizá algo más radical no tanto políticamente como de comportamientos y
actitudes, pero también menos literario, si es que se puede decir así.
La autora se centra en unos personajes del mundo un tanto
marginal de la “okupación” de espacios no tanto como vivienda, que también,
como para utilizarlos para desarrollar proyectos culturales y artísticos.
El siguiente fragmento es un buen resumen de alguno de sus propósitos:
“Ni siquiera nos gusta la palabra comuna. Nosotras decimos que somos un colectivo y que nuestra casa es un espacio liberado. Liberado del patriarcado, de la moral sobre todo del mercado, porque no le ponemos precio a la comida ni a la bebida ni a la entrada ni a nada. La gente puede pedir y soltar su pasta y por supuesto todo está pensado para que suelte la máxima pasta posible. Vaciador te ofrece la promesa de cumplir tus sueños. La posibilidad definitiva de escapar”. (p. 57)
Antes de entrar en el tema de las “okupaciones” hace una
buena descripción de lo que sucedió en la Puerta del Sol el 15M, sin obviar
algunos de los problemas que surgieron.
A partir de ahí se centra en narrar diferentes actividades
que ponen en marcha en los distintos espacios que habitan. Aquí tengo que decir
que el libro me ha resultado a veces un tanto desconcertante y no he sabido
siempre dónde se desarrollaba la acción. Tampoco he conectado con los
diferentes personajes que aparecen. No sé si se debe a un problema de la
escritura o es algo más personal.
No obstante lo que acabo de decir, el libro me parece
interesante porque muestra una realidad de la que apenas he tenido información
y si la he tenido que casi siempre centrada en destacar los aspectos más
negativos.
Además, tiene momentos muy logrados como, por ejemplo,
cuando relaciona Mecano con Miguel Ángel Blanco y la trama Gürtel o las
diversas intervenciones policiales que narra.
Por otro lado, la autora se muestra bastante crítica con la concreción política en la que terminó el movimiento del 15M, aunque, algo muy habitual en este tipo de grupos, tampoco quede claro cuál podría ser el objetivo más allá de declaraciones como la que sigue:
“Todas a nuestra manera vamos a seguir dando lo mejor de
nuestra juventud, en la creencia, ingenua pero convencida, de que otro mundo es
posible, ya sea a través del delito o del respeto, de la fe o el paganismo, de
la violencia o del cuidado.
(…)
Porque si algo nos podía distinguir era la capacidad de encarnar los frutos de nuestra imaginación. Quizá era eso lo que operaba también en las calles, un fulgor momentáneo que a base de buscar definición fue perdiendo la potencia creadora de quien no encaja en unas siglas o en un valor de cambio”. (p. 142)
Un libro interesante para quienes desconocemos esos temas y,
seguramente, también para quienes sí los conozcan e incluso participen porque
hay buenas reflexiones críticas.
Habrá que seguir leyendo otros ejemplares de esta colección.
Rocío Lanchares Bardají, Hotel
Madrid, historia triste.
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