No conocía al autor cuando compré el libro, simplemente vi
que se trataba de un escritor colombiano y eso me animó. Evidentemente habrá
escritores de esa nacionalidad poco o incluso nada interesantes, pero yo aún no
me he topado con ninguno. Por lo general escriben bien o muy bien y también es
habitual su gran capacidad narrativa e imaginativa.
El caso de Rosero no es una excepción. A pesar de que el
tipo de historia que cuenta no es de las que más me interesan y de que me costó
entrar en ella (de hecho tuve la tentación de abandonar la lectura del libro),
al final me he alegrado de no hacerlo.
Rosero cuenta el desarrollo de una fiesta en 1970 en la casa
de una familia de la burguesía acomodada de Bogotá. Una fiesta en la que
participan decenas de personajes que van entrando y saliendo del lugar. Ese
número de personajes, nada habitual por otra parte en los libros de ficción que
suelo leer, es además muy variopinto porque va desde las hijas del matrimonio,
Italia, Armenia, Francia, etc. llamadas así según el lugar donde fueron
concebidas, a hermanos y otros familiares de los anfitriones y gente que había
tenido relaciones laborales con el magistrado o al que este había hecho algún
tipo de favor.
Este conjunto le permite a Rosero ofrecer un pequeño
muestrario de la sociedad del momento y, por otra parte, practicar su sentido
del humor, negro a veces, a través de las peripecias de alguno de ellos.
También hay denuncia de algunas lacras como los abusos sexuales, el papel de la
religión y, sobre todo, la violencia presente en muchos momentos, desde un
intento de violación hasta el encierro de alguien en un baúl pasando por quien
arroja a su mujer por un balcón hasta un secuestro, y que adquiere un
protagonismo absoluto en la parte final.
Como se aprecia fácilmente por lo dicho, la novela tiene un
ritmo trepidante, no dejan de pasar cosas en ningún momento y eso que tiene 371
páginas. Como decía al principio, Rosero, a partir de una buena escritura,
despliega una gran capacidad de imaginación y una buena agilidad narrativa. Por
todo ello, una novela que en principio no debería haberme interesado, al final
me ha hecho pasar un buen rato. Aunque hace muchos años que lo leí, en algunos
momentos me ha recordado a Tom Sharpe, seguramente por cierto desmadre.
Por cierto, una portada muy adecuada a la obra.
¿Recomendable? Según los gustos del lector y, desde luego,
según como le pille el cuerpo.
Hay una entrevista interesante de Xavi Ayén con el autor en
lavanguardia.com y una buena reseña de Álvaro Castillo en eltiempo.com.
Evelio Rosero, Casa de
furia
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