En apenas un año he tenido ocasión de leer tres
libros sobre espacios y lugares muy peculiares que tienen en común el hecho de
ser territorios inhóspitos. Me refiero a Los
sótanos del mundo de Ander Izagirre; Islas
del abandono de Cal Flyn y este de Atkins dedicado a “Viajes por lugares
desérticos”, que es como se ha subtitulado la edición en castellano.
Evidentemente, Atkins va a los diferentes lugares
que menciona en el libro, pero no se trata de un libro de viajes o, al menos,
de uno tal y como suele ser habitual en el género.
En el libro se recogen los viajes a siete de los
grandes desiertos del mundo desde el Victoria en Australia, al Oriental en
Egipto, pasando por el del Gobi, el Aralkum, el Cuarto Vacío en Omán o los de
Sonora y Black Rock en Estados Unidos. Y lo más relevante del libro es que cada
uno recibe una forma de acercamiento diferente.
Así, en el de Sonora se centra en los problemas con la migración desde el sur; en el Victoria en las pruebas nucleares; en el Oriental en el origen y desarrollo de los monasterios y de las órdenes monásticas que luego se trasladaron a occidente; en el Black Rock en la curiosa fiesta del Burning Man que se celebra todos los años y que congrega a miles de personas que llegan al lugar creando una auténtica ciudad; o en el Aralkum explica muy bien cómo ha ido disminuyendo el mar de Aral.
En todos ellos acompaña las peripecias de su viaje,
que por cierto no suelen ocupar demasiado espacio, con descripciones que hicieron
viajeros del siglo XIX o del XX. Estas en algunos casos ocupan la mayor parte
de lo que cuenta del desierto correspondiente. En algún caso, sobre todo al
principio, puede costar llegar a entrar en el contenido por el exceso de
información y de personajes que se citan, pero pronto el lector se acostumbra
y se alegra de que se den esas informaciones.
Por otra parte, el estilo de Atkins es más literario
que periodístico. El libro está muy bien escrito e, insisto, se sale de la
norma habitual en el tratamiento de los libros de viajes.
Además, como recoge la editorial en dos de los
fragmentos de críticas que reproduce en la solapa: “Si el objetivo de la
moderna literatura de viajes es enseñar a los lectores algo nuevo sobre el
mundo, este libro lo logra con creces”. The
Times Literary Supplement, y “Atkins es uno de los mejores artífices de la
palabra”. Olivia Laing.
En definitiva, un texto que merece la pena porque
nos traslada a lugares poco conocidos y lo hace con una prosa rica y muy
trabajada.
Solo se me ocurre un pero: no hay fotos, algo que hubiese sido enormemente ilustrativo.
William Atkins, El
mundo inconmensurable. Traducción Luis Murillo Fort.
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