Realmente esta no solo es
una magnífica novela, sino una manifestación más de que estamos ante la
eclosión de un grupo de jóvenes escritoras, tanto aquí como al otro lado del
Atlántico, que demuestran madurez desde sus primeras obras.
Hace tiempo que veo la
portada de este libro en diferentes tuits y siempre con alabanzas de todo tipo.
La misma editorial la está promocionando mucho. Después de leerla tengo que
decir que no me extraña nada de eso. Bendicho ha escrito un libro muy bien
construido y de una gran dureza sin que haya escenas especialmente fuertes,
pero en el que la tensión está presente a lo largo de toda la historia.
Esta es sencilla. En una
familia que habita en una masía, de la que no sabemos ni el lugar ni el momento
histórico, uno de los hijos ha sido asesinado. A partir de ahí, en los 13 capítulos
en los que está dividido el libro, los miembros de la familia, padres y tres
hijos, el cura del pueblo, la dueña del prostíbulo y su hijo y hasta el propio
muerto, nos van a ir contando cómo eran las relaciones entre ellos, qué problemas
tenían, cómo era el trato que recibían unos de otros e incluso cómo había sido
el que algunos, como por ejemplo la madre, había recibido de sus padres y que
relación tenían estos entre sí. En unos momentos se narra en presente y en
otros se como hechos que sucedieron.
Como ya se puede deducir por
lo anterior todo está plagado de violencia psicológica y también física en
algunos momentos, de malos tratos, abusos sexuales, incesto, etc., en un
ambiente de miseria y de hambre a veces. Una familia muy cerrada en sí misma en
un mundo rural también muy cerrado y agobiante.
Un tema bastante sórdido muy
bien reflejado por la autora, quizá con el único problema de que el lenguaje
que utilizan los personajes parece mejor que el que deberán tener dada su
condición (evidentemente hablo de una obra traducida del catalán, aunque me
imagino que la traductora habrá mantenido el estilo). Además, y aquí está para
mí el verdadero mérito de esta novela, cada capítulo, escrito siempre en
primera persona, va aportando poco a poco información de los distintos
personajes y de sus relaciones. Esto puede ser un problema para el lector,
desde luego para mí lo sería si no hubiese ido tomando notas desde el
principio. Bendicho demuestra con esta construcción un buen dominio de la
técnica narrativa pues cada cosa se va conociendo cuando se necesita, cuando
parece que es el momento adecuado.
A mí me ha dejado impactado
que alguien tan joven, nació en 1995,
sea capaz ya de narrar de esta forma.
Dejo a continuación un
ejemplo de esa violencia; en este caso habla la madre de la familia aludiendo a
su propia madre:
“Yo todavía tenía las manos
sucias de tierra, pero tenía ganas de acariciarla y lo hice. Y ella, como un
animal herido, como por instinto, dio un paso atrás cuando le acerqué la mano,
porque la bestia la había transformado tanto que irreflexivamente me temía a
mí, su propia hija. La había magullado tanto que si ahora cierro los ojos a
duras penas recuerdo su cara limpia y sus facciones pulidas”. (p. 93)
Un libro absolutamente
recomendable. Diferente, muy bien escrito y que te mantiene en tensión a lo
largo de toda la lectura.
Hay una reseña muy completa
e interesante de Marc Peig en unlibroaldia.blogspot.com.
Nota: Este fin de semana vi
la película Suro y ayer mismo acabé
de leer el libro Neorrancios. Sobre los
peligros de la nostalgia. Me llama la atención esta casualidad porque tanto
en la película, que se desarrolla en una masía,
como en el libro se habla sobre le vuelta al pueblo y no siempre como
algo especialmente positivo o agradable. Pero este es otro tema del que hablaré
pronto en el comentario del libro.
Núria Bendicho Giró, Tierras muertas. Traducción Ana Crespo.
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