La autora,
nacida en 1938, tiene una obra muy abundante tanto de novela, medio
centenar, como de ensayo, poesía o
teatro. Gran parte ha sido traducida al castellano, sin embargo, este es solo
el tercer libro que leo de ella y del primero hace ya más de siete años. Todo
eso a pesar de que para muchos críticos es una seria candidata el Nobel de
literatura.
No sé muy bien
cuál es la razón de haberle prestado tan poca atención a alguien que aparece a
menudo en los estantes de las librerías, pero si tengo que ser sincero, tampoco
sé muy bien por qué compro algunos libros y por qué no lo hago con otros.
Sea como sea,
el caso es que he leído este “ladrillo” de 497 páginas. En mi comentario al
anterior libro que leí de Oates ya llamaba la atención sobre la extensión del
mismo, algo que, por otra parte, suele suceder con otros autores
estadounidenses y también hacía alusión a lo que está pasando con la ampliación
de la duración de las películas.
Sin embargo, si
algo le tengo que reconocer a la autora es que, a pesar de tal cantidad de
páginas y de que creo que le sobran muchas, es capaz de mantener la atención y
la tensión del lector por saber lo que está pasando e intentar averiguar lo que
puede venir a continuación.
La historia es simple y a la vez compleja. Por un lado, está Hannah, la protagonista absoluta de la novela, que cansada de su matrimonio inicia una relación esporádica con un amante. Por otro lado, hay un asesino en serie que secuestra y asesina a niños blancos. Parece que se trataría entonces de una novela policiaca, pero yo la catalogaría mejor como una novela de suspense, más al estilo de Hitchcock.
Además, y esto es una
constante de la autora, aprovecha la historia para hacer una fuerte crítica del
racismo (incluido el policial), la violencia sexual, la pederastia y en general
de la posición subordinada de la mujer en esa sociedad (la de Detroit en el año
1977).
De una novela así
evidentemente no se debe contar mucho más. Solo se me ocurre decir que la relación
de Hannah con ese amante no me termina de parecer muy creíble.
Hay que destacar la
forma que tiene Oates de narrar la historia que es para mí uno de los grandes
logros del libro y que es parte del atractivo que crea esa atención del lector
a la que aludía antes. Párrafos bastante cortos, a veces de apenas una línea,
con un lenguaje muy directo y con pocos diálogos.
Una novela que
resulta entretenida aunque, como ya he dicho, creo que podría haber contado y
criticado lo mismo con bastantes páginas menos evitando la reiteración de situaciones
similares.
Joyce Carol
Oates, Babysitter. Traducción Núria
Molines Galarza.
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