El libro, que
parece ser que tiene mucho de autobiográfico, narra las peripecias de Alan
“Azzy” Williams en Glasgow entre 2004, cuando tiene 13 años, y 2012, cuando ha
cumplido los 21. El joven pertenece a la banda callejera Young Tema Posse, YTP,
que pelea constantemente con otras por el dominio de los barrios. Además, en
sus reuniones consumen música, alcohol y drogas que les sirven también para
darles ánimo para las peleas.
A lo largo de
las 456 páginas que tiene el libro asistimos a muchos conflictos, raves, borracheras, situaciones límites
con las drogas, etc., pero también a la evolución del protagonista, y de otros
personajes, buscando una salida después de haber llegado al fondo que en el
caso de Azzy consistió en frecuentes ataques de pánico.
Se muestran
también diferentes actitudes a través de un conjunto de personajes miembros de
esa banda y de otra a la que se enfrentan, las relaciones familiares de los
jóvenes y las relaciones que establecen con las chicas que están alrededor de
la banda. Este último aspecto está centrado principalmente en las relaciones de
Azzy con varias “novias”.
Hablando
precisamente de una de estas aparece un buen resumen de la mentalidad que había
entre esos jóvenes:
“Mónica había
seguido con sus estudios y había empezado bachillerato. Estaba hablando de ir a
la universidad. Si te da por mejorar tu
vida automáticamente te conviertes en alguien que se cree superior al resto. Todos
piensan que se ha vuelto una pija o peor”. (p. 158)
Por completar
la visión de los temas que se abordan en el libro, me ha parecido muy
interesante el enfrentamiento católicos/protestantes que se manifiesta a través
del fútbol. Yo conocía algo del tema por los equipos de Glasgow, Celtic y
Rangers, pero Armstrong lo cuenta de una manera muy clara en un magnífico
capítulo.
Se puede deducir por algo que decía antes, pero me parece que el libro es un manifiesto en contra de las drogas por la dependencia que crean y los efectos que causan, pero también es un texto en el que de forma implícita o explícita hay una fuerte carga de crítica social. Así, por ejemplo, en el siguiente fragmento que reproduzco a pesar de su extensión.
“Siempre había
una rueda de identificación de los sospechosos habituales: tipos turbios que se
conocen entre sí y peña que conoces del colegio. Esperan y esperan mientras
unos graduados con un buen sueldo que no se les da mal esquiar, flotan
altaneros ataviados con largas togas negras. La policía, los agentes de la ley,
existen para proteger a los legisladores y decirnos al resto que no demos mucho
por culo. Los ricos, los exitosos y los que sacan buenas notas juzgan a los
pobres, a los desgraciados y olvidados, para ellos patanes incultos que solo
valen para mandarlos a los servicios sociales y multarlos, condenarlos y
encarcelarlos una y otra vez. Los juzgados son tan ceremoniales como las
iglesias, igual de arcanos, igual de sagrados”. (p. 365)
Hasta ahora
solo he hecho referencia al contenido, sin embargo, uno de los grandes valores
de esta novela es la forma en que está escrita, sus magníficos diálogos, su
fraseo corto y directo cuando es necesario, su lenguaje, pero también sus descripciones
extensas, pocas en número pero interesantes. Un libro que, a pesar de su extensión,
se lee en pocas “sentadas” porque está muy bien narrado y siempre está pasando
algo interesante. Un libro, en fin, absolutamente recomendable.
Hay una buena
reseña de Raúl Jiménez en indienauta.com.
Graeme
Armstorng, The Young Team. Traducción
Carolina Santano Fernández
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