Conocí a esta escritora argentina por una referencia
radiofónica hecha sobre su última novela con la que cierra una trilogía
dedicada a los varones que se inicia, precisamente, con la que ahora comento.
Esta recibió en 2019 un prestigioso
premio, que se otorga en Edimburgo, por
su traducción al inglés.
Almada construye su novela con cuatro protagonistas.
El reverendo Pearson y su hija Leni de 16 años que dejaron a su madre hace ya
10 años. Ambos están de viaje por el nordeste argentino y, al tener un fallo
mecánico en su coche, entran en contacto con el Gringo Brauer y Tapioca, un joven al que dejó su madre para
que este le cuidara; ambos llevan un desguace de coches y material agrícola y pueden
arreglar el vehículo averiado.
Con estos mimbres Almada monta una historia en la
que lo fundamental es la estructura que construye con algunos momentos de
marchas atrás para que conozcamos algo de los personajes; hace, además, un
espléndido uso del lenguaje y construye unos diálogos perfectamente claros y
adaptados a quienes hablan.
A todo ello hay que añadir el entorno con la
presencia constante del calor, la escasez de lluvia y el monte bajo de la zona.
En muchos momentos me ha recordado a Mariana
Travacio, otra buena escritora argentina que he leído bastante últimamente
porque, como ella, es capaz en libros de no demasiadas páginas, este tiene 158,
de contarnos historias interesantes utilizando muy bien el lenguaje y con una
presencia fundamental del entorno natural. Quizá tenga que ver con que esta es
de Rosario y Almada de Entre Ríos.
Ya tengo los otros dos libros de la trilogía que no
tardaré mucho en leer.
Para una reseña muy completa recomiendo la que hacen
en los talleres de lectura en lilianacosta.com
Selva Almada,
El viento que arrasa.
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