Son incontables ya los libros que he leído de la
magnífica colección Al margen de la editorial Sajalín y hasta ahora solo
había uno que no me había gustado. Ya puedo decir que son dos.
Goodis es otro más de los “autores de culto” en
Estados Unidos y sobre todo en Francia. Ya he dicho en más de una ocasión que
esa es una expresión que no me gusta demasiado y que tampoco termino bien de
entender. En castellano hace mucho que no se publica ningún texto de este autor
y no sé por qué se empieza precisamente por este libro publicado originalmente
en 1953 y llevado al cine, con escaso éxito según parece, en Francia.
El libro tiene un buen comienzo. Van apareciendo una
serie de personajes interesantes que no son precisamente unos triunfadores. También
hay una buena descripción del barrio de Filadelfia donde se desarrolla la
acción y en general hay una buena construcción de una determinada atmósfera. La
historia, si es que se puede llamar así a lo que se está contando, avanza
lentamente. El protagonista, un estibador con relativo éxito entre las mujeres,
está obsesionado con la reciente muerte de su hermana y quiere saber quién tuvo
la culpa. En esa búsqueda se enamora de una mujer mientras que hay otra, la hija
de la mujer que vive con su padre, que está enamorada de él. Esto es lo que va
contando Goodis de forma pausada y manteniendo el interés del lector, hasta que
en las últimas cincuenta páginas más o menos da la impresión de que la historia
se le va de las manos y yo pierdo totalmente el interés por lo que leo.
Tiene un estilo de escritura y una forma de
desarrollar los diálogos muy típicos de una época, y me gusta, pero no ha sido
suficiente para interesarme hasta el final.
Una pena porque seguramente habrá más traducciones de
este escritor.
David Goodis, La luna en el arroyo. Traducción
Diego de los Santos.
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