Hace tiempo que procuro seguir la literatura irlandesa
que se traduce. Suelen ser no solo buenos escritores, sino que, además, tratan
temas interesantes y que generalmente reflejan la situación de las clases
populares.
Este libro es la primera novela del autor y ya ha
obtenido dos premios, uno de ellos al mejor debut literario. Por lo tanto, no
se puede tratar de una mala novela, y no lo es. El problema que tiene para mi
gusto es que cuenta cosas que ya he visto y/o leído más de una vez. Es cierto
que lo hace con una buena escritura, con un ritmo y una agilidad que sorprende
en un debutante y con una buena selección de personajes, pero eso no quita que
a medida que avanzo en la lectura todo me resulte demasiado conocido.
Dice Louise Kennedy (no sé en qué medio pues no aparece) en un fragmento de su crítica que la editorial reproduce en la solapa:
“Una visión de una Belfast posconflicto que no llegó a
ser lo que prometía, asolada por la pobreza, el dolor y los recuerdos. (…) ¡Y
la escritura! Flexible, rica y coloquial.: nadie hace eso”.
La novela está escrita en primera persona por Sean, un
joven veinteañero que ha estudiado en Liverpool pero al que esos estudios no le
sirven para encontrar un trabajo acorde con ellos. Su madre es limpiadora y
pintora aficionada; su padre abusó en su día del hermano mayor y no queda claro
si también de Sean. Tiene que hacer doscientas horas de trabajo comunitario por
una pelea en un pub.
La historia se desarrolla en esa Belfast con las
características mencionadas en la cita y se cuenta con ese lenguaje que, en
contra de lo que en ella se dice, sí que utilizan otros escritores.
En varias ocasiones aparecen referencias al conflicto
vivido, siempre desde la perspectiva de los republicanos católicos que es en el
que se mueve el protagonista; pero son referencias sin entrar en el tema en
ningún momento, solo se utilizan para contextualizar algunas de las cosas que
suceden.
En fin, una novela que se lee bien, que está bien
escrita, pero que al finalizar sus casi trescientas páginas deja un poco la
impresión de que el tema daba para más o, al menos, de que hay algunos aspectos
que podían haber tenido un mayor desarrollo.
Michael Magee, Otra vez en casa. Traducción
Gabriela Ellena Castellotti.
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