Crisis
Crisis, crisis y más crisis. A todas horas, en todos los medios, incluso un ex alumno me hace preguntas y comentarios, por cierto muy interesantes, sobre esto. Prácticamente no hay otro tema, ya que si no es hablando de España, surge por lo que pasa en Grecia o Italia o Francia o…
Como suele suceder en estos casos, los árboles de lo que pasa a diario, no dejan ver el bosque de cuáles son las causas reales de la crisis y cuáles las posibles soluciones. En plena campaña electoral, de la que luego hablaré, tampoco se aportan remedios o, en el caso de que se haga, son medidas inarticuladas, superficiales, irreales,…
Y seguimos sin saber dónde se ha ido el dinero, a qué manos ha ido a parar. Las cantidades, si sumamos solamente los países del sur, son tan inmensas que es difícil imaginar siquiera el destino actual.
Sueltos
Se me ocurre ver un poco del gran premio de Abu Dhabi de fórmula 1 y me encuentro nada menos que con la presencia in situ de Juan Carlos I. ¡Qué gran ejemplo de austeridad! ¿Habrá sido un regalo de su yerno don Iñaki, o habrá ido con la pequeña subvención que recibe cada año de los presupuestos generales del estado?
Leo sobre el auge del nacionalismo e incluso el nazismo en Rusia. ¡Qué pena de país! Tiene una de las mejores literaturas del siglo XIX si no la mejor, unos grandísimos compositores de música clásica, unos paisajes de ensueño, unas riquezas naturales incalculables, pero una historia desgraciada y unos autócratas de los peores que ha conocido la humanidad. Cuando han logrado tener algo parecido a la democracia, eligen de tan peculiar manera que hace que realmente su sistema no parezca esa democracia, es decir, que ese pueblo no parece responder a todo lo positivo que enunciaba al principio.
Ayer mismo han detenido en Alemania a un comando neonazi acusado de diez muertes de inmigrantes en los últimos años. Para quien, como es mi caso, ha leído tanto sobre los horrores del nazismo, pensar que en la misma Alemania puedan resurgir grupos de esa ideología resulta muy duro intelectualmente hablando. Dice poco del ser humano, de su escasa capacidad de raciocinio en estos casos, de los odios generados por lecturas preparadas a tal fin, de la blandura de mente de tanta y tanta gente. En los años treinta y cuarenta es posible que se pudiera alegar desconocimiento de lo que estaba pasando, pero desde luego hoy no a pesar de las absurdas teorías negacionistas.
Y hablando de neos, neonazismo, neoliberalismo, neocatecumenales,…Curiosamente, ninguno de estos ismos tiene nada de nuevo sino que, bien al contrario, suponen una cierta degradación de sus originales y, eso sí, todas ellos vienen por el mismo lado, la derecha política. Claro que no son lo mismo, pero en algunos aspectos dan casi el mismo miedo.
En los últimos tiempos no es fácil yendo al cine tener la suerte de ver una buena película. Las últimas que he visto son:
Un golpe de altura. Entretenida pero muy prescindible.
Criadas y señoras. Emotiva si uno es capaz de sobreponerse al maniqueísmo excesivo del guión.
Margin call. Interesante pero sin aportar nada nuevo sobre el tema: la crisis actual.
Mientras duermes. Buen guión, interpretación y dirección.
Campaña electoral
Bastante triste y penosa como por otra parte suelen serlo todas; pero sobre todo inútil.
Solo quiero comentar brevemente tres aspectos:
En primer lugar, la desaparición total de ETA y sus últimas actuaciones. De ser el primer problema de los españoles durante años, a no merecer espacio para la reflexión y la propuesta a pesar de que queda una larga tarea por delante. (Por cierto, que tampoco entendía cuando se le daba tanta importancia a una organización ya moribunda).
Segundo, la escasez de análisis sobre la crisis actual y las posibles soluciones para intentar salir de ella. Así, por ejemplo, Rubalcaba hace reír con su propuesta de dedicar la recaudación del impuesto sobre el patrimonio a mejorar el empleo. (Dicho impuesto se recauda por las autonomías y en unas cifras que resultan ridículas para servir al objetivo del candidato).
En tercer lugar, el debate. Se plantea como un auténtico partido de fútbol, como un verdadero espectáculo; se pacta todo, hasta la temperatura del recinto; se pone a un monigote en medio (perdón don Manuel) sin ninguna función; y, sobre todo, se están casi dos horas hablando con tanto interés en lo que dicen que al día siguiente, los titulares en la prensa se refieren solo al ganador o perdedor sin referencias a lo debatido. Este tipo de debates, al contrario de lo que se suele decir, sobran totalmente, ya que el votante ha tenido un montón de tiempo, años diría yo, para hacerse una idea de lo que hará uno u otro. Además, en todo caso, servirían para valorar la verborrea, la rapidez de reflejos, la elección del peinado o la ropa más adecuada, pero, en ningún caso, para saber quién puede ser mejor presidente de gobierno.
Crisis, crisis y más crisis. A todas horas, en todos los medios, incluso un ex alumno me hace preguntas y comentarios, por cierto muy interesantes, sobre esto. Prácticamente no hay otro tema, ya que si no es hablando de España, surge por lo que pasa en Grecia o Italia o Francia o…
Como suele suceder en estos casos, los árboles de lo que pasa a diario, no dejan ver el bosque de cuáles son las causas reales de la crisis y cuáles las posibles soluciones. En plena campaña electoral, de la que luego hablaré, tampoco se aportan remedios o, en el caso de que se haga, son medidas inarticuladas, superficiales, irreales,…
Y seguimos sin saber dónde se ha ido el dinero, a qué manos ha ido a parar. Las cantidades, si sumamos solamente los países del sur, son tan inmensas que es difícil imaginar siquiera el destino actual.
Sueltos
Se me ocurre ver un poco del gran premio de Abu Dhabi de fórmula 1 y me encuentro nada menos que con la presencia in situ de Juan Carlos I. ¡Qué gran ejemplo de austeridad! ¿Habrá sido un regalo de su yerno don Iñaki, o habrá ido con la pequeña subvención que recibe cada año de los presupuestos generales del estado?
Leo sobre el auge del nacionalismo e incluso el nazismo en Rusia. ¡Qué pena de país! Tiene una de las mejores literaturas del siglo XIX si no la mejor, unos grandísimos compositores de música clásica, unos paisajes de ensueño, unas riquezas naturales incalculables, pero una historia desgraciada y unos autócratas de los peores que ha conocido la humanidad. Cuando han logrado tener algo parecido a la democracia, eligen de tan peculiar manera que hace que realmente su sistema no parezca esa democracia, es decir, que ese pueblo no parece responder a todo lo positivo que enunciaba al principio.
Ayer mismo han detenido en Alemania a un comando neonazi acusado de diez muertes de inmigrantes en los últimos años. Para quien, como es mi caso, ha leído tanto sobre los horrores del nazismo, pensar que en la misma Alemania puedan resurgir grupos de esa ideología resulta muy duro intelectualmente hablando. Dice poco del ser humano, de su escasa capacidad de raciocinio en estos casos, de los odios generados por lecturas preparadas a tal fin, de la blandura de mente de tanta y tanta gente. En los años treinta y cuarenta es posible que se pudiera alegar desconocimiento de lo que estaba pasando, pero desde luego hoy no a pesar de las absurdas teorías negacionistas.
Y hablando de neos, neonazismo, neoliberalismo, neocatecumenales,…Curiosamente, ninguno de estos ismos tiene nada de nuevo sino que, bien al contrario, suponen una cierta degradación de sus originales y, eso sí, todas ellos vienen por el mismo lado, la derecha política. Claro que no son lo mismo, pero en algunos aspectos dan casi el mismo miedo.
En los últimos tiempos no es fácil yendo al cine tener la suerte de ver una buena película. Las últimas que he visto son:
Un golpe de altura. Entretenida pero muy prescindible.
Criadas y señoras. Emotiva si uno es capaz de sobreponerse al maniqueísmo excesivo del guión.
Margin call. Interesante pero sin aportar nada nuevo sobre el tema: la crisis actual.
Mientras duermes. Buen guión, interpretación y dirección.
Campaña electoral
Bastante triste y penosa como por otra parte suelen serlo todas; pero sobre todo inútil.
Solo quiero comentar brevemente tres aspectos:
En primer lugar, la desaparición total de ETA y sus últimas actuaciones. De ser el primer problema de los españoles durante años, a no merecer espacio para la reflexión y la propuesta a pesar de que queda una larga tarea por delante. (Por cierto, que tampoco entendía cuando se le daba tanta importancia a una organización ya moribunda).
Segundo, la escasez de análisis sobre la crisis actual y las posibles soluciones para intentar salir de ella. Así, por ejemplo, Rubalcaba hace reír con su propuesta de dedicar la recaudación del impuesto sobre el patrimonio a mejorar el empleo. (Dicho impuesto se recauda por las autonomías y en unas cifras que resultan ridículas para servir al objetivo del candidato).
En tercer lugar, el debate. Se plantea como un auténtico partido de fútbol, como un verdadero espectáculo; se pacta todo, hasta la temperatura del recinto; se pone a un monigote en medio (perdón don Manuel) sin ninguna función; y, sobre todo, se están casi dos horas hablando con tanto interés en lo que dicen que al día siguiente, los titulares en la prensa se refieren solo al ganador o perdedor sin referencias a lo debatido. Este tipo de debates, al contrario de lo que se suele decir, sobran totalmente, ya que el votante ha tenido un montón de tiempo, años diría yo, para hacerse una idea de lo que hará uno u otro. Además, en todo caso, servirían para valorar la verborrea, la rapidez de reflejos, la elección del peinado o la ropa más adecuada, pero, en ningún caso, para saber quién puede ser mejor presidente de gobierno.
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