Hace algo más de dos años que publiqué esta entrada en el blog porque había una avalancha de textos críticos sobre el término hechos, además, de forma desabrida y zafia. Hoy ha remitido bastante seguramente debido a la caída del principal partido de la oposición y del zapaterismo, ambos principales objetos de las burlas, pero creo que sigue teniendo interés plantear estas cuestiones cuando la crisis no sólo no disminuye sino que está afectando a todos los sectores e instituciones del país.
Lo publico tal y como lo hice en su momento y al final introduciré algunas consideraciones nuevas.
“hay esperanza, siempre y cuando, eso sí, que esos muchachotes ignorantes de la progresía abyecta y socialista nos abandonen cuanto antes”. (Carlos Dávila en La gaceta. Extraído de El ojo izquierdo, 23.12.2010)
“¿Y qué es ser progresista, hijo mío? ¿Decir que de los 4 millones de parados tienen la culpa la Banca y el PP? ¿Estar en contra de la pena de muerte... en China, pero a favor del aborto y la eutanasia en España? ¿Decir a cada paso esa imbecilidad de ‘ciudadanos y ciudadanas’? ¿Defender la dictadura de Cuba? ¿Quitar los crucifijos? ¿Prohibir los toros? Ah, y se me olvidaba lo principal: ¿negar la religión... católica, que no el Islam? Porque los progresistas, hijo, decís todos que sois agnósticos o ateos, pero gracias a vuestro carné vivís como Dios. (Antonio Burgos. Extraído de El ojo izquierdo 26.01.2011) “
“(…) el acceso desigual a todo tipo de recursos-desde los derechos hasta el agua-es el punto de partida de toda crítica verdaderamente progresista del mundo”. (Tony Judt, Algo va mal)
Venimos asistiendo desde hace ya tiempo a un ataque continuado por parte de determinados medios de la derecha que se centra, sobre todo, en menospreciar, insultar y descalificar el término progresismo y lo que para ellos supone. Utilizan la caricatura y, salvo en contadísimas excepciones, lo que dicen es tan disparatado que no merece la pena perder el tiempo contestando. Más arriba pongo dos ejemplos de su forma de tratar el tema por dos de los “mejores” representantes de esa actitud. Por cierto, suelen autocalificarse de liberales cuando no son ni siquiera conservadores. Se trata más bien de alguna especie de cavernícolas.
Por eso me ha parecido conveniente expresar lo que, al menos para mí, supone dicho término.
Comenzaré utilizando el diccionario de la RAE.
Progreso: Acción de ir hacia adelante. Aquello que se adelanta, anticipa o aparece en primer término.
Progresista: Dicho de una persona, de una colectividad, etc. Con ideas avanzadas, y con la actitud que esto entraña.
Avanzado,da : Que se distingue por su audacia o novedad en las artes, la literatura, el pensamiento, la política, etc
Así pues, en síntesis, el progresismo sería un conjunto de ideas y actitudes que implican una novedad en los distintos campos de la sociedad y que hacen que ésta vaya hacia adelante. Nos topamos aquí de nuevo con otro escollo porque, ¿en qué consiste ese ir hacia adelante? Volveré sobre ello, aunque si tuviera que contestar ahora mismo a esa pregunta, yo diría que ir hacia adelante consiste en ir cada vez a mayores cotas de libertad, igualdad y solidaridad, sin que el aumento en uno de estos conceptos signifique una disminución significativa en otro.
Voy a plantear en qué creo yo que consiste el progresismo en distintos aspectos.
En primer lugar, en la política. Existió históricamente el partido liberal-progresista y, de alguna manera, el progresismo actual consiste en seguir su huella aumentando permanentemente las cotas de derechos y libertades. Las constituciones actuales de los países democráticos recogen una amplia panoplia de ambos, pero surgen nuevas posibilidades de ampliación. Por ejemplo, la opción del matrimonio entre personas del mismo sexo, mayores facilidades para practicar abortos, etc. Además, para el progresismo actual la democracia no es un sistema acabado de una vez por todas. Por una parte, es un sistema de contrapesos y hay que estar buscándolos y poniéndolos en marcha constantemente (1) y, por otra, se trata de un sistema que admite diferentes cotas de participación de los ciudadanos, por lo tanto el progresismo debe buscar ampliarlas permanentemente.
Hasta aquí podríamos decir que no hay ninguna diferencia, en lo que a la política se refiere, entre un liberal y un progresista. Éstas surgen cuando se valora la posible intervención del Estado; necesaria en multitud de aspectos para un progresista y cuanto menor mejor para un liberal tradicional.
Así, la existencia del llamado Estado del bienestar es algo que se está poniendo en cuestión en los últimos tiempos. Si no se consideran la educación y la sanidad como un servicio público, es lógico que se piense que deben ser actividades privadas que cada cual debe buscar la mejor forma de satisfacer.(2) Quienes, por las circunstancias que sean, tengan problema para hacerlo o, directamente, no puedan, allá ellos. Aquí radica la principal diferencia entre ambas ideologías; en el tema de la igualdad y la solidaridad.
En segundo lugar, en la economía. Es quizás, aparentemente, donde aparece de forma más clara la idea del progresismo. Todo aquello que suponga mayor crecimiento económico debería considerarse progresista pues significa un avance (ese ir hacia adelante del que hablaba más arriba). Visto así, desde la revolución industrial hasta hoy, la economía no ha hecho otra cosa que crecer de forma cada vez más acelerada y, por lo tanto, se ha producido un progreso económico mundial.(3) Ahora bien, ¿repartido igualmente a lo largo del globo? O, por decirlo en términos más precisos, ¿ha sido necesario el estancamiento de unos para el avance de otros? Me refiero, claro está, a la idea muy extendida de que para que se haya producido ese desarrollo de una parte del mundo, ha sido precisa la explotación de otra parte a través, principalmente, del bajo precio pagado por sus materias primas o por su mano de obra. Vemos, pues, que incluso en este tema no es oro todo lo que reluce. Sí creo, no obstante, que se puede hablar de que ha habido un crecimiento económico generalizado, dicho de otra forma, hoy la tarta para repartir es mucho mayor y crece constantemente, el problema surge en la justicia del reparto de esa tarta.
Desde el punto de vista de la igualdad y la solidaridad es evidente que tal situación no puede satisfacer a una persona progresista. ¿Cómo se puede corregir esa desigualdad? ¿Lo hará el funcionamiento del mercado? ¿Será precisa la intervención de organismos internacionales? ¿Es imposible corregirla de verdad? En este punto hay que hacer entrar en liza otros temas objeto de fuerte controversia como: libertad de mercado, intervención del estado, ayuda a los países no desarrollados, etc.
Resumiendo lo dicho hasta ahora. Ha habido un fuerte crecimiento económico con un reparto desigual. El pensamiento progresista critica esta situación y debe buscar alternativas aunque puedan resultar dolorosas. ¿De dónde procede ese dolor? Si como afirmé en una nota anterior publicada en este blog,(4) para mejorar la situación de unas zonas del mundo, hay que empeorar en otras, es obvio que estamos en una de las que deberá hacerlo y, por lo tanto, habrá un retroceso en la situación social de los trabajadores y aún así, defender que esto suceda lo considero una actitud progresista por lo que supone de igualdad y solidaridad.
En tercer lugar, en lo que se podría llamar ámbito sociocultural. Éste abarca un amplio abanico de temas que pueden ir desde las políticas culturales propiamente dichas hasta, por ejemplo, la política religiosa, pasando por las costumbres y tradiciones. Aquí la libertad es una vez más la clave de una actitud progresista, pero entendiendo la libertad en el sentido restrictivo de que el ejercicio de la mía no puede privar que otro ejerza la suya. Pondré algún ejemplo. La existencia de la eutanasia como derecho me permite poder practicarla sin que por ello afecte a la libertad de otro para no hacerlo; la presencia de crucifijos en las aulas es una muestra de libertad para los creyentes, pero afecta a aquellos que no lo son.
Dentro de este apartado se puede hablar también de un controvertido tema en el que es muy difícil poder situarse con claridad. Me refiero a todo lo que tiene que ver con políticas inmigratorias y sus correspondientes polémicas: apertura o cierre de fronteras, multiculturalidad o integración, derechos sociales a los ilegales o no,…
Está claro que una política de igualdad supone que derechos sociales como la educación y la sanidad se deben extender a quienes habiten el país sea cual sea su situación legal. Asimismo, el país debe permitir la entrada de aquellos que sean precisos para trabajar o, en otro caso, para producir una unificación familiar. Esto no supone la total apertura pues tampoco favorece la situación de los inmigrantes que haya un exceso exagerado de ellos. Sobre la polémica, multiculturalidad o integración, creo que es preferible la segunda siempre que no suponga la necesidad de abandonar todas sus costumbres y tradiciones y, desde luego, que se haga de forma voluntaria y sin presiones. En este sentido, la tolerancia basada en el respeto y la valoración de lo ajeno es fundamental.
Para concluir, expondré en unas pocas frases a modo de resumen lo que considero progresista y los que no.
Sería así progresista:
. Defender la labor redistributiva del estado a través de los impuestos progresivos y el gasto social.
. Estar a favor de la ampliación de las libertades y derechos individuales.
. Favorecer la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones a todos los niveles.
. Preferir el internacionalismo, cosmopolitismo, universalismo,…a cualquier forma de nacionalismo, sobre todo si se trata de uno estatal.
. Pensar que muchas acciones actuales pueden tener graves repercusiones en el futuro y, en consecuencia, prestar atención a la responsabilidad intergeneracional. (Aquí se incluirían desde el tema del endeudamiento público hasta el cambio climático o los problemas ecológicos en general).
No lo sería en cambio:
. Defender un proteccionismo de la economía “nacional” que suponga el cierre a productos procedentes de lugares del mundo donde se produce más barato.
. Poner la razón de estado por encima de otras consideraciones.
. Ocultar informaciones relevantes a los ciudadanos en ara del “interés nacional”.
. Considerar la democracia representativa actual como la forma más desarrollada de democracia.
Para finalizar algo que no por obvio hay que dejar de mencionar: Ni todos los progresistas están afiliados a partidos como el PSOE o Izquierda Unida, ni todos los afiliados a ambos son progresistas, o dicho de otra manera, de izquierdas.
(1).Así, por poner un ejemplo concreto de España, debería evitarse la primacía tan grande que tienen las mayorías ganadoras de las elecciones en: nombramientos de las mesas del Congreso y Senado, elección de representantes en el Consejo del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional, etc.
(2).Al mismo tiempo, existen autollamados liberales que defienden la existencia de televisiones pública autonómicas, por ejemplo en Madrid, con nada menos que tres canales.
(3).Es interesante observar lo poco o nada que se utiliza hoy la distinción entre crecimiento y desarrollo, cuando era clave en los años sesenta o setenta en cualquier escrito de economía.
(4).A ello dediqué hace unos meses dos notas en este mismo blog, Efectos (in)deseados de la actual crisis económica.
Publicado en febrero de 2011, ese mismo año se produjo el 15M por lo que se pusieron de moda algunas cuestiones que menciono.
Quisiera matizar algo de lo que afirmo al comparar liberal y progresista hablando de la política. Creo que lo correcto hubiera sido hacerlo entre demócrata y progresista, pues democracia implica división de poderes mientras que liberal no. En este sentido lo que relaciono en la nota 2 me parece un elemento fundamental del cambio que se debería producir para que el poder, que por otra parte es inevitable que exista, se reparta y difumine el máximo posible.
Cuando al hablar de economía planteo la necesidad de que unos, los países ricos, empeoren para que otros puedan mejorar, creo que estoy defendiendo lo que, hoy por hoy, debería diferenciar a un progresista, esto es, el análisis económico a nivel mundial y la consiguiente defensa de un comercio cuanto más libre mejor para que puedan beneficiarse aquellos países competitivos que, en multitud de casos, son los menos desarrollados. Sea como fuere, el caso es que se está produciendo una redistribución de las rentas a nivel mundial desde el llamado mundo desarrollado hacia lugares hasta hace poco muy deprimidos. (En otro momento me gustaría tratar lo sucedido en Bangladesh con la caída de un edificio convertido en gran fábrica y lo que se ha dicho en Europa sobre el tema).
Es evidente que el tema da para mucho más, pero siempre procuro en las entradas del blog ser lo más escueto posible porque sé lo difícil que resulta leer textos largos en el ordenador. En todo caso, espero haber despertado algún interés y alguna respuesta crítica sobre mis opiniones.
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