Hace poco más de un
mes comentaba el primer libro que había leído de este escritor y la
sorpresa que me había llevado con él. Con este segundo que leo me sigue pasando
lo mismo. Yo creía que era un autor un tanto disparatado y ha resultado que no.
Es incisivo y retrata muy bien los entresijos de las relaciones familiares que
es, como en el anterior, el tema de la novela.
Hace unos días vi la película Nebraska y este libro me la ha recordado mucho. Al igual que en la
película los protagonistas son un padre muy bebedor y su hijo. Si en la
película el hijo tiene que acompañar al padre a un largo, y un tanto absurdo,
viaje, aquí también tiene que ir con él
a la montaña para ayudarle a construir un ahumadero de carne. Las coincidencias
no terminan ahí pues hay varios de los elementos tanto de su relación, como con
el resto de la familia que son muy parecidos.
Una vez más el cine y la novela estadounidense
tratan este tipo de relaciones un tanto de amor-odio. Basta un ejemplo:
“Daba pena, era un infeliz, un ser patético,
repugnante, desvergonzado, imbécil, grosero, feo y borracho, el peor padre que
podía tener un hombre, tan nauseabundo que escupí la cerveza en la escupidera y
me levanté con intención de irme”
Novela corta, lo que parece característico de su
producción, y escrita en 1977, es decir, veinticinco años después de la otra
mencionada, pero sin abandonar ni su temática ni su estilo. Una vez más se
cumple aquello de que en 200 páginas se pueden contar historias espléndidas. Me
gusta mucho también su sentido del humor y la especial sensibilidad con que
trata a sus personajes.
No solo recomiendo su lectura, sino que seguiré
comprando sus libros que seguirán apareciendo
por aquí.
John Fante, La
hermandad de la uva
No hay comentarios:
Publicar un comentario