jueves, 20 de febrero de 2014

Disfrutando con John Fante




Hace poco más de un  mes comentaba el primer libro que había leído de este escritor y la sorpresa que me había llevado con él. Con este segundo que leo me sigue pasando lo mismo. Yo creía que era un autor un tanto disparatado y ha resultado que no. Es incisivo y retrata muy bien los entresijos de las relaciones familiares que es, como en el anterior, el tema de la novela.
Hace unos días vi la película Nebraska y este libro me la ha recordado mucho. Al igual que en la película los protagonistas son un padre muy bebedor y su hijo. Si en la película el hijo tiene que acompañar al padre a un largo, y un tanto absurdo, viaje,  aquí también tiene que ir con él a la montaña para ayudarle a construir un ahumadero de carne. Las coincidencias no terminan ahí pues hay varios de los elementos tanto de su relación, como con el resto de la familia que son muy parecidos.
Una vez más el cine y la novela estadounidense tratan este tipo de relaciones un tanto de amor-odio. Basta un ejemplo:
“Daba pena, era un infeliz, un ser patético, repugnante, desvergonzado, imbécil, grosero, feo y borracho, el peor padre que podía tener un hombre, tan nauseabundo que escupí la cerveza en la escupidera y me levanté con intención de irme”
Novela corta, lo que parece característico de su producción, y escrita en 1977, es decir, veinticinco años después de la otra mencionada, pero sin abandonar ni su temática ni su estilo. Una vez más se cumple aquello de que en 200 páginas se pueden contar historias espléndidas. Me gusta mucho también su sentido del humor y la especial sensibilidad con que trata a sus personajes.
No solo recomiendo su lectura, sino que seguiré comprando sus libros que seguirán  apareciendo por aquí.
 
John Fante, La hermandad de la uva

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