Como ya he comentado en otra entradas, me acerqué a
Podemos a raíz de las intervenciones de Pablo Iglesias en la televisión;
posteriormente me inscribí, he votado las resoluciones de la Asamblea Ciudadana
y, la semana que viene, votaré para la elección de los diferentes cargos del ya
partido político.
Vaya esta declaración por delante para que no se
malinterprete mi comentario del libro. No me ha gustado, me parece más que
oportuno oportunista y se aprovecha del tirón de su autor para vender algo que
tiene bastante poca consistencia y que más parece compuesto por una serie de
retales que tenía en los cajones que por textos bien pensados y organizados
para ser publicados en forma de libro.
Contiene varias introducciones, cuatro capítulos, un
epílogo y dos apéndices.
El primer capítulo es, con mucha diferencia, lo más
valioso del texto y lo que hace entender mejor por dónde va su autor y, en
consecuencia, por dónde se orienta Podemos. Pongo una cita que puede servir de
ejemplo:
“Por eso nunca se debe asumir el lenguaje del
adversario político sino disputarlo. Cuando nuestros adversarios asumen
términos como casta, puertas giratorias, “berlusconización”, de la política,
desahucios, precariedad, etcétera, están asumiendo que el combate se ha
desplazado a un terreno que nos favorece. Lograr esos desplazamientos es el
objetivo de la acción política en el terreno ideológico”. (p.48)
En el segundo capítulo da un repaso a la historia de
España desde la Restauración hasta la actualidad que es una buena síntesis
tomada de varias historiadores que va mencionando a lo largo de la exposición y
entre los que están desde Fernández Almagro o Jover Zamora hasta Ben Ami
pasando nada menos que por Ramos Oliveira. Está muy bien escrita (esta es una
característica interesante del autor, la claridad y la fluidez con la que
redacta), pero no entiendo el sentido que tiene tras lo que le ha precedido y
lo que viene después. Además, con sus 60 páginas forma la tercera parte del
libro.
El tercero lo dedica a la crisis económica basándose
principalmente en el libro de David Harvey (que, casualmente, estoy leyendo
estos días). Sucede lo mismo que en el anterior capítulo, bien explicado, pero
sin que haya aportaciones interesantes.
El último está dedicado a la crisis del “régimen” y, como el
mismo Iglesias afirma, la mayor parte del texto ya la utilizó en el epílogo del
libro de Jacobo Rivero (libro que he comentado ya en el blog).
Los dos discursos con los que cierra el libro son,
junto con el primer capítulo, lo que más me ha llamado la atención.
Como se ve, muy poco teniendo en cuenta la
importancia política que en poquísimo tiempo ha adquirido Pablo Iglesias. Es
cierto que de alguna manera ya avisa en
una introducción, que se trata de un libro que “tiene la frescura de quien
escribía sin concesiones y servirá para conocer mi manera de ver muchos asuntos
sin los matices que impone la responsabilidad política”, pero es que da la
casualidad de que la tiene. En cualquier caso, me sigue pareciendo no solo un
texto de circunstancias, sino un texto que habría necesitado más trabajo de
elaboración antes de su publicación.
Finalmente, no quiero terminar sin antes ofrecer una
cita del libro con la que termina su repaso histórico. Refiriéndose a la
Transición afirma:
“Creo que, además de las enormes dificultades que
existieron, se pudo cometer un error de fondo en la apreciación de las
alternativas que existían; el mantenimiento de una opción de resistencia
hubiera tenido amplio eco en grandes capas de nuestro pueblo”. (p.112)
Esta es una idea que se está imponiendo en los
últimos tiempos ante el fracaso del sistema político actual. No puedo ni quiero
extenderme ahora sobre el particular (al comentar otros libros ya he insistido
en el tema), pero me parece que es desconocer mucho cómo se hizo y qué fuerzas
tenía la izquierda para esa opción de resistencia. No hay más que ver cuáles
fueron los resultados electorales en 1977.(Seguramente tendré que leerme el libro de Monedero sobre el tema para ver cómo lo argumenta.)
Un libro muy prescindible y una verdadera lástima
porque el autor tiene muchas cosas que decir y, además, sabe transmitirlas muy
bien de una forma muy clara y didáctica sin perder por ello la profundidad. La ocasión merecía un trabajo más, valga la redundancia, trabajado.
Pablo Iglesias, Disputar
la democracia. Política para tiempos de crisis
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