lunes, 9 de marzo de 2015

Una literatura diferente


 
 
En los dos últimos años he llevado a cabo dos recuperaciones, Marías y Chirbes, y tres grandes descubrimientos, Mauvignier, Fante y Carrère. Todos me han ofrecido obras para disfrutar y pensar, pero ha sido sobre todo el último el que me ha ofrecido la obra más original, imaginativa y personal.
Carrère es, desde luego, un escritor muy singular. En España se ha traducido su obra con un cierto desorden y así la he leído yo, pero no tiene ninguna importancia pues todos sus textos ofrecen perspectivas, temas y tratamientos parecidos pero al mismo tiempo  diferentes.
Una novela rusa sucede a El adversario y precede a De vidas ajenas y Limónov. Yo la he leído la última gracias a la reedición que acaba de hacer Anagrama porque estaba agotada. (No es del todo cierto puesto que existe la versión en catalán que, de hecho, compré hace poco pero he preferido esperar para leerla en castellano.)
Las cuatro novelas mencionadas tienen muchas cosas en común como: la presencia de Carrère como personaje, la mezcla de realidad -la mayoría de lo que se cuenta- y ficción, la escritura tan clara y al mismo tiempo tan profunda, la inmensa agilidad narrativa, en fin, todo lo que hace de este escritor uno de los grandes en la actualidad.
Una novela rusa creo que es su obra más personal o, por decirlo mejor, la obra en la que aparece permanentemente como protagonista junto a su compañera, Sophie; su madre, Hélène, y varios compañeros de trabajo tanto en Francia como en Rusia.
Digo que es la más personal y creo que me quedo muy corto. En algunos momentos parece que Carrère estuviera haciendo una terapia mediante la escritura. Hace confesiones difíciles de encontrar en un libro, reproduce un relato (parece ser que publicado en Le Monde) casi pornográfico con el que, además, monta una curiosísima historia con Sophie, habla de la complicada relación con su madre y siempre en primera persona y como protagonista absoluto.
Al mismo tiempo, le vemos trabajando en Rusia para hacer un documental del que no tiene ninguna idea previa salvo que lo hará en la pequeña población de Kolternich. El documental efectivamente se hizo y está editado.
En fin, se trata de un libro del que se pueden decir muchas cosas, pero creo que lo mejor es simplemente recomendarlo como una lectura apasionante y diferente. A mí es un escritor del que no pienso perderme nada de lo que publique o de lo que reediten.
Por cierto, cuando leo este tipo de libros me acuerdo de Cercas y su discusión sobre lo que es y no es una novela.
Dos breves muestras, no sé si demasiado bien escogidas, de sus “confesiones”:
 
 “(…) entrevemos una inquietud y una desconfianza de sí mismo que yo reconozco: son las mías” (p.66)
 
“No soporto ser un tipo receloso, cruel, a quien asaltan tales ráfagas de odio y de pánico que enloquece si te alejas un instante. No aguanto ser ese niño que está de morros y espera a que le consuelen, que juega a odiar porque le quieren, abandonar para que no le abandonen. No aguanto serlo, te reprocho haberme convertido en esto. Me compadezco, sollozo, me acaricias el pelo. Sufro, me odio, disfruto odiándome.” (p.246)
 
 Emmanuel Carrère, Una novela rusa

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