Hace muy poco que “descubrí” a este gran escritor noruego. He leído sus dos
primeros libros que han aparecido reseñados en el blog. La lógica diría que
debería seguir un cierto orden cronológico con el resto de su obra publicada y,
sin embargo, este que comento ahora es su último libro, escrito cuando estaba
sordo y se estaba quedando ciego, pero tenía para mí el interés de que en él hablaba
del proceso a que fue sometido al acabar la guerra por su apoyo al régimen
pronazi de Quisling.
El libro es algo más que eso aunque ha sido precisamente eso lo que más me
ha interesado a pesar de que son pocas las páginas que Hamsun dedica
al tema. Por una parte, reproduciendo la carta que le envió al fiscal general
del estado y, por otra, reproduciendo también su declaración ante el tribunal
tal y como quedó recogida por el estenotipista. El resto del libro está
compuesto por una serie de recuerdos de juventud, pocos; reflexiones sobre la
vejez y el deterioro físico; sus estancias en una residencia de ancianos y en
un psiquiátrico donde fue recluido antes del juicio; y también, por una serie
de pequeñas historias de ficción.
Creo que es un libro en el que el autor descarga algunas emociones y, sobre
todo, intenta justificar sus últimas actuaciones. Desde luego no tiene nada que
ver ni con Hambre ni con Pan, las
novelas que conozco, ni siquiera por la forma de su escritura, pero, como decía
antes, tiene el interés de conocer la posición de Hamsun ante las acusaciones
de que era objeto y también esa sensación de decadencia que manifiesta.
Dejo unas pocas frases sobre el tema central como ejemplo de la forma de
defenderse que tiene el autor:
“Y por ellos (los periódicos) me enteraba de lo que pasaba, por primera vez
también de las ignominias cometidas por los alemanes en nuestro país.” (p.33)
“¿Iba yo a atacar a los judíos? Para eso he tenido demasiados amigos
judíos, que han sido buenos amigos.” (En el escrito al Fiscal General, p.60)
“Se dice pues que cuando estaba escribiendo como mejor podía, enviando
telegramas día y noche, en realidad estaba traicionando a mi país. Se dice que
fui un traidor a mi patria. Así será. Pero yo no lo sentía así, no lo vivía
así, y tampoco hoy lo siento así. Estoy en paz conmigo mismo, y tengo la mejor
de las conciencias.” (En la declaración ante el tribunal, p.134)
Ni que decir tiene que seguiré leyendo libros de Hamsun independientemente de lo que hiciera en aquella época.
Knut Hamsum, Por senderos que la
maleza oculta
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