Siento un gran respeto intelectual por el autor
sobre todo por el magnífico libro que dedicó a Durruti. Recientemente he leído
dos libros suyos que me han resultado bastante sugerentes (en el blog hay
constancia de ambos). Sin embargo, estos recuerdos me han decepcionado en
parte.
Este no es un libro de memorias, que sería
ciertamente interesante que el autor escribiera, sino una recopilación de una
serie de textos sobre algunos momentos del pasado siglo. Se divide en tres apartados.
En el primero, relata dos viajes a la URSS a mediados de los sesenta que no
aportan gran cosa, vistos desde hoy, al conocimiento de aquella realidad; si acaso, al papel y la importancia de la Unión de escritores
y un poco a la figura de Jruschov; el resto es casi una guía turística de Asia
central y Siberia. El segundo, el más voluminoso e interesante con diferencia,
se centra en el período 1967-70 con la particularidad de que gran parte de ese
tiempo lo pasó Enzensberger en Cuba, Camboya o Estados Unidos y no en Berlín
que era el centro de la protesta. A pesar de ello, aquí están las mejores páginas
del libro empezando por su original planteamiento –como un diálogo con su
hermano-, y terminando por la aparición de dos personajes de gran importancia
en su época: Ulrike Meinhof y Rudi Dutschke. Dentro de este apartado aparece la
siguiente confesión: “Yo era el
mal camarada que nunca alcanzó la condición de socio, independientemente de que
se tratara de la SDS, un colectivo compartiendo piso, la Unión de Escritores o
cualquiera de los numerosos partidos comunistas. Tampoco se me ve en las famosas fotos de
manifestaciones y batallas campales. Preferí mantenerme entre bastidores.”
(p.133) En el apartado con el que cierra el libro cuenta algunas cosas no
demasiado relevantes sucedidas después de 1970.
Es una pena que alguien con su nivel intelectual,
con una vida tan plagada de acontecimientos importantes y que ha conocido a
tanta gente protagonista en algún aspecto de su época, se haya limitado a
publicar estos textos bastante superficiales. Creo que cualquier conocedor del
autor hubiese disfrutado con algo más elaborado.
Una cosa que me ha sorprendido es el espacio que
dedica a la “novela rusa” como él llama a su matrimonio con Masha, una peculiar
mujer rusa que podría ser perfectamente protagonista de una novela.
En todo caso, el libro se lee con gusto porque
Enzensberger sabe contar muy bien las cosas.
Hans Magnus Enzensberger, Tumulto
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