miércoles, 21 de octubre de 2015

Recuerdos fragmentarios



 
Siento un gran respeto intelectual por el autor sobre todo por el magnífico libro que dedicó a Durruti. Recientemente he leído dos libros suyos que me han resultado bastante sugerentes (en el blog hay constancia de ambos). Sin embargo, estos recuerdos me han decepcionado en parte.
Este no es un libro de memorias, que sería ciertamente interesante que el autor escribiera, sino una recopilación de una serie de textos sobre algunos momentos del pasado siglo. Se divide en tres apartados. En el primero, relata dos viajes a la URSS a mediados de los sesenta que no aportan gran cosa, vistos desde hoy, al conocimiento de aquella realidad;  si acaso, al  papel y la importancia de la Unión de escritores y un poco a la figura de Jruschov; el resto es casi una guía turística de Asia central y Siberia. El segundo, el más voluminoso e interesante con diferencia, se centra en el período 1967-70 con la particularidad de que gran parte de ese tiempo lo pasó Enzensberger en Cuba, Camboya o Estados Unidos y no en Berlín que era el centro de la protesta. A pesar de ello, aquí están las mejores páginas del libro empezando por su original planteamiento –como un diálogo con su hermano-, y terminando por la aparición de dos personajes de gran importancia en su época: Ulrike Meinhof y Rudi Dutschke. Dentro de este apartado aparece la siguiente confesión: “Yo era el mal camarada que nunca alcanzó la condición de socio, independientemente de que se tratara de la SDS, un colectivo compartiendo piso, la Unión de Escritores o cualquiera de los numerosos partidos comunistas.  Tampoco se me ve en las famosas fotos de manifestaciones y batallas campales. Preferí mantenerme entre bastidores.” (p.133) En el apartado con el que cierra el libro cuenta algunas cosas no demasiado relevantes sucedidas después de 1970.
Es una pena que alguien con su nivel intelectual, con una vida tan plagada de acontecimientos importantes y que ha conocido a tanta gente protagonista en algún aspecto de su época, se haya limitado a publicar estos textos bastante superficiales. Creo que cualquier conocedor del autor hubiese disfrutado con algo más elaborado.
Una cosa que me ha sorprendido es el espacio que dedica a la “novela rusa” como él llama a su matrimonio con Masha, una peculiar mujer rusa que podría ser perfectamente protagonista de una novela.
En todo caso, el libro se lee con gusto porque Enzensberger sabe contar muy bien las cosas.
 
Hans Magnus Enzensberger, Tumulto

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