En mi búsqueda de escritores de países y culturas
diferentes me he topado por primera vez con un esloveno. Procedentes de los
estados que se formaron tras la desaparición de Yugoslavia he conocido y leído
a varios autores con desigual fortuna, aunque en su mayor parte me han
resultado interesantes.
En el caso de este autor esloveno, los comentarios
puestos por la editorial en la contraportada me llamaron la atención: “La
novela es magníficamente profunda y se necesita la mano de un maestro para
crear algo así.” “Un pensador único, con sensibilidad ética y políticamente
independiente.” Claro que ya sé que suelen seleccionar aquellos comentarios que
mejor hablan del libro.
También me llamó la atención que tratase de una
rebelión en una cárcel y que se comparase de alguna forma con la revuelta de
los judíos contada por Flavio Josefo.
El resultado final es que, como me está pasando con
demasiada frecuencia en los últimos tiempos, el libro me ha defraudado
profundamente. Demasiadas páginas (278 en formato grande) para contar una historia
de la que he desconectado en numerosas ocasiones. Muy buen inicio aunque el
incidente que da origen al conflicto sea un tanto nimio y no justifique demasiado
la que se organiza a partir de él, pero está bien contado y te mantiene en
tensión y a la espera de lo que vaya a suceder. Sin embargo, pronto se empiezan
a repetir cosas y hasta las ensoñaciones del protagonista pierden interés.
Es el típico texto que hubiera abandonado en otro
momento. No ha sido así y he querido llegar hasta el final para intentar rescatar
algo. Evidentemente, hay en el libro aspectos ideológicos interesantes y un
buen análisis de lo que significa a veces el poder, el problema es que está narrado de forma un
tanto dispersa y, fundamentalmente, aburrida.
Comentario al margen sería recomendar a la editorial una mejor revisión de
los textos pues he encontrado al menos cinco tildes sin poner, aunque siendo
justos también hay que reconocer el esfuerzo que hacen estas editoriales
pequeñas por poner a nuestro alcance autores no habituales.
Dejo el enlace a un comentario bastante más favorable.
Drago Jancar, Zumbidos
en la cabeza
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