jueves, 21 de enero de 2016

Puro entretenimiento




Después de una temporada de lecturas bastante “duras” necesitaba algo más relajado y para eso nada mejor que los libros de Black. En este caso se trata del cuarto de la serie que tiene como protagonista al médico forense Quirke.
Sigue los pasos de los anteriores con esos protagonistas problemáticos, infelices y con secretos en el pasado tan característicos en los libros de esta serie; también la crítica más o menos abierta a la religión católica o el abuso de las drogas legales que, en este caso, es el tabaco y no el alcohol tan presente en la tercera entrega. Sin embargo, hay dos aspectos que son un tanto diferentes y que marcan bastante la narración; por un lado, la historia se desarrolla en un verano caluroso y luminoso (¡en Irlanda!)  que contrasta con la oscuridad y el clima de las anteriores y, por otro lado, hay un claro predominio del diálogo no muy habitual en Black.
Así pues, en lo fundamental no se sale de la línea marcada en la serie aunque a mí me ha gustado menos que los anteriores quizá porque da más importancia a la investigación del asesinato que, si bien tiene que tenerla porque se trata de una novela de género, queda muy por encima  del elemento que diferencia a este autor: las relaciones entre los personajes. En este sentido, hay un par de escenas que a mí me han chirriado y me han parecido muy mal desarrolladas con unos diálogos un tanto anticuados.
Novela entretenida como todas las de la serie, pero que me ha parecido menos trabajada y peor escrita de lo que es habitual en este autor.
Un comentario más completo en elcultural.com.


Benjamin Black, Muerte en verano

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