“Ese personaje (el
narrador de la historia, esto es, Pepper) es un héroe que ha dimitido de la
virtud, un títere sin cabeza que exhibe sus polvos y sus lodos con la fruición
de un pornógrafo, sus fechorías con el orgullo de un santo, sus chutes con la
añoranza de un sibarita, sus cárceles con el realismo de un cirujano, sus
disparates con la inocencia de un párvulo, sus viejos amores con la piedad de
una hiena, su música con la pasión de un amante incansable y siempre
perplejo…No hay pelos en la lengua.”
Es una de las pocas veces que utilizo en mi
comentario lo puesto en la contraportada por la editorial, pero es que es una
de esas veces en que refleja casi a la perfección lo que es el libro.
A pesar de sus 550 páginas con letra pequeña y
formato grande he leído este libro de corrido, sin leer ningún otro al mismo
tiempo como suelo hacer, dedicado en cuerpo y alma a penetrar en la vida de
este personaje del que desconocía casi todo incluida su música. Siendo el jazz
la música que más escucho apenas conocía a Pepper; sin embargo, mientras leía
el libro lo ponía como fondo y me ha sorprendido muy favorablemente. Quizá mi
desconocimiento anterior se deba a que el instrumento que toca, el saxo alto,
no es de los que más me gustan.
Su libro, o mejor, el libro escrito por su tercera y
última mujer transcribiendo cintas grabadas por Pepper, no deja indiferente. Es
la vida de alguien que la vivió con una intensidad inusual en lo bueno y en lo
malo; así: una infancia muy desgraciada, la iniciación muy temprana en el
alcohol y las drogas, los amores bastante problemáticos, sus cuatro estancias
en la cárcel, incluidas dos en San Quintín, varios años en un centro de
rehabilitación y, al mismo tiempo, grabar discos, actuar con varias orquestas o
en grupos más reducidos, ser uno de los intérpretes de jazz más valorados.
¿Cómo se puede compaginar todo esto? Reconozco que después de leer el libro
sigo sin terminar de entenderlo, pero fue así.
Dos breves fragmentos pueden ser un buen ejemplo de
esa vida:
“Me daba cuenta de que a partir de ese momento iba a
ser, si queréis que usemos esa palabra, un yonqui. Era la palabra que por
entonces se utilizaba. Es la palabra que se sigue empleando. En eso me convertí
entonces. Eso es lo que sigo siendo. Y así voy a morir.” (p.110)
“Andaba arriba y abajo por las calles, entraba a
robar, en las tiendas también, sin coche ni nada, y tenía que llevarme el botín
arrastrándolo por la calle –televisores, ropas, electrodomésticos-,…“ (p.280) (en los años 60-61)
Según la parte que fuese leyendo me iba recordando
el libro de memorias de Edward Bunker o el de Dan Fante o Let's Get Lost, el
impresionante documental sobre Chet Baker. Con los tres comparte muchas cosas
que seguramente tienen también que ver con toda una época sobre todo en los
Estados Unidos.
En este libro todo es remarcable, pero me quedo
especialmente con: su peculiar relación con los negros, la vida en la prisión
de San Quintín, las escenas con su segunda mujer, sus tribulaciones para pillar
droga, sus actividades como ladrón y, desde luego, sus reflexiones sobre la
música y su propia música aunque me hubiera gustado que dedicara más espacio
del libro a este aspecto.
Además de las memorias propiamente dichas se
incluyen entrevistas con familiares y amigos que completan, confirmando o
desmintiendo, algunas de las cosas que se cuenta. También se van intercalando
varias críticas de revistas especializadas sobre alguno de sus discos y
entrevistas al músico.
Completa el libro un Epílogo de Laurie Pepper escrito
para la edición de 1994, la primera edición se hizo en 1979 viviendo aúnArt. En
él entre otras cosas interesantes cuenta el proceso de elaboración del libro
que fue largo, unos siete años, y complejo. Casi al final del Epílogo hay un
par de momentos muy emocionantes en los que se me ha hecho un nudo en la
garganta. Hay también una buena y muy representativa colección de fotos.
Un libro muy recomendable y no solo para aficionados
al jazz. Asistimos a una vida realmente diferente contada además con una
agilidad narrativa sorprendente para quienes no son profesionales de la escritura.
Lógicamente salgo de la lectura con el deseo y el compromiso
de escuchar más la música de uno de los grandes del jazz.
Art y Laurie Pepper, Una vida ejemplar
Has llevado a cabo una excelente reseña. Pepper es uno de mis músicos favoritos y el libro que hace tiempo que lo tengo, es de una crudeza sencillamente "abrumadora".
ResponderEliminarUn libro a reeler.
Un saludo.