Publicada en 1930 cuando su autor tenía
22 años, esta novela tiene que tener mucho de autobiográfico. Dice en una nota
al comienzo que la escribió en 1929 en cuyo invierno y en solo una semana tuvo
noticia de diez suicidios de estudiantes.
El protagonista, Kurt Gerber, está en el
último curso de bachillerato pero tiene graves problemas con Kupfer, el profesor de matemáticas del que se dice en
la novela que:
“Cuando ordenaba, era obedecido. Cuando
llamaba, era respondido. Cuando decía: ”¡Silencio!”, se hacía el silencio.
Cuando hablaba, lo rodeaba un halo de resplandeciente autoridad y de reluciente
perfección. El Dios Kupfer.” (p.23)
Parte de la trama estará dedicada a
describir el comportamiento de este profesor y de otros del mismo centro así
como la respuesta que dan los alumnos. No tiene el autor muy buena opinión del
trabajo de los profesores de los que llega afirmar:
“¿Quién merecía escuchar esas palabras
ásperas, pronunciadas con seguridad y gravedad: ”Eres insuficiente”? ¿Quién
había otorgado a los miembros del profesorado el derecho a clasificar a seres
humanos a lo largo de tantos siglos, a tomar una decisión única e irrevocable
que empuja a uno hacia un futuro adonde se dirigirá con paso firma, convencido
de que nada puede ocurrirle, mientras que el otro se derrumba y se agacha,
náufrago en una isla desierta. Rodeado por el murmullo del mar de la
desolación….? (…)
Pero ¿quién valora las aptitudes? ¡Sólo
usted, señor profesor! Y quién sabe qué
decisión habría tomado usted, señor profesor, si ese día hubiera optado por la
clemencia, hubiera solucionado su estreñimiento o su esposa no le hubiera
traído el café quemado.” (p.188)
Como ha sido profesor durante veinticinco
años, puedo compartir alguna de las críticas que hace aunque creo que solo una
minoría de los profesionales se puede incluir entre los criticados.
También dedica muchas páginas, que en mi
opinión son las menos afortunadas, a la en el fondo frustrante relación del
protagonista con Lisa, una alumna que abandonó los estudios el año anterior.
Hasta aquí el tema o temas de la novela.
Su desarrollo resulta enormemente irregular y junto a capítulos interesantes y
bien construidos, hay otros de los que no queda muy clara su función en la historia.
Me figuro que en parte se debe a la gran juventud del autor y a que, además,
está escribiendo prácticamente al mismo tiempo que está viviendo alguna de esas
situaciones.
Aunque en ningún momento he sentido la tentación
de abandonar su lectura, sí que es cierto que tampoco cogía el libro con
demasiada ilusión. Hay fragmentos que me han gustado mucho, principalmente
aquellos que se desarrollan en el centro escolar, y otros, sobre todo los que
tienen que ver con la historia amorosa, que he leído por encima.
Del mismo autor leí hace una par de años
un magnífico y divertidísimo libro de anécdotas que está comentado también en
el blog y que demuestra que superó felizmente los problemas de juventud.
Friedrich Torberg, El alumno Gerber
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