Estamos ante un nuevo caso
de contraportada exagerada pues en ella se afirma que el autor está :
“Considerado como uno de los escritores norteamericanos de novela negra más
importantes del pasado siglo”; mientras que en mundocrítico.es se puede leer
que: “Ni
la Crime Writers Association, que reúne a los escritores de novela policiaca
más reputados, ni la Mystery Writers of América, mencionan la obra de John D.
MacDonald al elaborar la lista de las cien novelas policiacas más importantes
del siglo XX.”
Desde luego, puestos a decidirse por una de las dos
opiniones, me inclino más por la segunda, al menos por lo que he visto en esta
su primera novela de una larga serie con el mismo protagonista.
La novela tiene un buen inicio en el que poco a poco se nos va presentando al protagonista que, siempre
hablando en primera persona, dice cosas como: “Y no funciono demasiado bien cuando
me dejo arrastrar por motivaciones emocionales. Recelo de ellas. Igual que
recelo de otras muchas cosas, como las tarjetas de crédito, las deducciones de
nómina, los seguros, las rentas para la jubilación, las cuentas corrientes, los
cupones de ahorro, los relojes, los periódicos, las hipotecas, los sermones,
los tejidos milagrosos, los desodorantes, las listas de cosas pendientes, los
créditos, los partidos políticos, las bibliotecas, la televisión, las actrices,
las cámaras de comercio para jóvenes empresarios, los desfiles, el progreso y
la predestinación.” (p.23) Y un poco más adelante “Travis McGee (que es su nombre), ese holgazán cuyo hogar era
un enorme barco destartalado, ese seductor de ojos claros y cabello rizado, ese
asesino de pececillos, ese tipo al que
le gusta caminar por la playa, beber ginebra, vivir tranquilo, ser
iconoclasta y descreído, llevar la contraria, ser empecinado, de nudillos
protuberantes, lleno de cicatrices, que vive al margen de la sociedad
establecida.” (p32)
Como se aprecia, un tipo que
puede resultar interesante y que en parte lo es. El problema de la novela es
que la trama que construye y desarrolla MacDonald tiene poca consistencia y
escaso interés ya que, después de un buen planteamiento inicial, la historia va
dejando de interesar a medida que avanza lo que es imperdonable en una obra de
este género. También carece de otros personajes mínimamente sugerentes y las
muchas mujeres que aparecen, alvo en un caso, son meros juguetes u objetos decorativos. La
novela está escrita en 1964 y se nota el paso del tiempo. Puede resultar más o
menos entretenido, pero reconozco que a mí me ha aburrido bastante y a medida
que avanzaba hacia la resolución del caso también se me iba haciendo más y más
inverosímil
En su día disfruté mucho con
los clásicos de la novela negra norteamericana y en los últimos años me inclino
más por los nórdicos. Creo que MacDonald es un imitador de los Chandler y
Hammett, pero quedando muy alejado de ellos. Coge cosas de su lenguaje y su estilo,
pero la ambientación está años luz de la que lograron los maestros.
Para compensar dejo una
crítica muy favorable de Juanma González en libertaddigital.com.
John D. MacDonald, Adiós en azul
Me estaba mirando este libro y tu crítica creo que me alejará de él.
ResponderEliminarY eso que Libros del Asteroide es una editorial que me gusta mucho. Por cierto, nunca has reseñado nada de Robertson Davies, su última novela la dejan bastante bien y a mi es un autor que me gusta.
Gracias y un saludo muy fuerte.
Robertson Davies lo lee mucho mi mujer. Ya sabes que he tenido durante bastante tiempo cierto rechazo por los anglosajones y aunque ahora los estoy recuperando aún no he leído ninguno de él. Gracias por tus comentarios que, además son los únicos que tengo. Un abrazo.
ResponderEliminarIntento hacer aportaciones pero yo no leo tanto como tu.
ResponderEliminarUn saludo.