Vaya por delante que no soy relector. A pesar del mucho tiempo que dedico a la lectura, lo habitual es que lea novelas por primera vez aunque hubo quien me dijo que con la edad conviene dedicarse sobre todo a releer lo que a uno le ha gustado.
Son muy pocos los libros que
he releído, creo que se pueden contar con los dedos de una mano. Eso sí, uno de
ellos, Primavera con una esquina rota
de Mario Benedetti, no solo constituye una gran excepción sino incluso una
anomalía pues lo habré leído más de cinco veces (en ello influyen aspectos que
están por encima de su valor literario). El siguiente en número de relecturas
es el que ahora comento. También de García Márquez releí sus afamados Cien años de soledad, pero en esa
segunda vez tengo que reconocer que se me cayó de las manos (sí, ya sé que
habrá quien se lleve las manos a la cabeza al leer lo anterior, pero es lo que
me pasó).
Como decía, acabo de leer
por tercera vez esta historia de amor y me ha confirmado en algo que ya creí
tras las dos lecturas anteriores: que se trata de uno de los mejores libros
escritos en lengua castellana en el siglo pasado y, seguramente, en la historia
(no quiero pecar de petulante pues mis conocimientos del tema son escasos, pero
es tan grande la admiración por este texto que me lleva quizá a algún exceso).
Los tres protagonistas del
libro: Fermina Daza, Florentino Ariza y
Juvenal Urbino están magníficamente construidos, son personajes de una pieza y
hace que nos identifiquemos con cualquiera de ellos en diferentes momentos de una historia que abarca más de cincuenta
años y está contada en casi 500 páginas. Además, el autor derrocha un gran
sentido del humor y demuestra un gran
conocimiento de los entresijos del amor.
Hay multitud de momentos
remarcables en un libro así, pero a mí me han gustado especialmente estos: todo
el inicio con la muerte de Juvenal Urbino y la presentación final de Ariza; la
noche de bodas; el viaje de Ariza hacia su nuevo destino al que luego renuncia
y, cómo no, todas la parte final que es García Márquez en estado puro.
Claro que resulta un tanto
prosaico hablar de momentos de un libro cuyo mérito principal, lo que lo hace
no solo atractivo sino realmente apasionante, es su escritura. No soy crítico
literario, pero de serlo creo que se me acabarían los adjetivos para hablar del
estilo del autor. Soy un simple lector y como tal solo puedo decir que me
parece algo maravilloso poder disfrutar tantas veces de una obra tan plenamente
lograda.
Obviamente es un libro
sobradamente conocido y leído, pero si alguien lee mi comentario y no ha leído
el libro, por favor que se ponga a ello a la mayor brevedad; seguro que me lo
agradecerá.
Gabriel García Márquez. El amor en los tiempos del cólera
Poco se puede añadir a lo que dices. Hace mucho tiempo que lo leí. Un clásico.
ResponderEliminarUn saludo.