Hace unos días charlando con
un amigo me recomendó el libro porque los lugares y el tiempo en los que
transcurría me resultarían familiares y, también ,claro, porque se trataba de
un buen libro. No sabía hasta qué punto me iba a gustar.
Dice el autor:
“Esto no es un texto
periodístico sobre mi historia familiar. Hay hechos probados, fechas
contrastadas, documentos consultados, testimonios de primos, tías y hermanas,
lecturas varias, y seguramente errores, omisiones y erratas, pero lo que
sostiene la trama, por decirlo de alguna manera, lo que bulle entre líneas, es mi
percepción de esos hechos, cómo me afectaron y me sigue afectando.” (p. 238)
Aquí está una de las claves
de este libro, en su carácter personal, en que todo lo que se narra, y son
muchos acontecimientos tanto históricos como familiares, parten y terminan en
Ramón Lobo y en su vivencia. De hecho parece una continuación de alguna de las
terapias psicoanalíticas que se mencionan en el texto.
Libro tremendamente
personal, pero en el que hay muchísimas páginas dedicadas a la guerra civil ya que
afectó de diferentes formas a la parte española de su familia y particularmente
a su padre y a su abuelo. Un brazo de su familia con el que es especialmente
duro; primero y principalmente con su padre, pero también con su abuela Pilar o
su tía Josefina. Así, dice:
¿Qué sucedió en mi familia
para que tras dos o más generaciones de profesionales brillantes, socialmente
comprometidos, y republicanos, surgiera una recua de falangistas intransigentes
y católicos radicales más o menos fracasados? ¿Cómo es posible que de personas
tan ilustradas surgiera tanto botarate? (p. 53)
O también esta tremenda
comparación para referirse a su padre:
“Logré distinguir detrás del
cristal un brazo que se movía mecánicamente, como si fuera el de un autómata.
Aún no sabía nada sobre su dueño, el represor en jefe que tenía a uno de sus
representantes delegados en mi casa disfrazado de padre.” (p. 101) (Se refiere a Franco en el coche)
También hay en el libro
interesantes reflexiones sobre la labor del periodista y en varios momentos
establece Lobo paralelismos entre esa guerra civil y la que se produjo en
Bosnia donde estuvo como corresponsal.
Dentro de la seriedad propia
de un texto de estas características, no le faltan al autor sentido del humor y
de la ironía. Algunos ejemplos:
“Me siento bien al reconocer
espacios de tolerancia más allá de mis ideas, saber ver más allá de los
clichés, las religiones y las razas. Es una actitud en la que trabajo con
ahínco, en la que me esfuerzo, no siempre con buenos resultados: es oír hablar
a Esperanza Aguirre y se me desmorona la flema.” (p. 224)
“Tuve mala suerte: me eduqué
al sur de la inteligencia.” (p. 29)
Hay otras afirmaciones en
las que me encuentro perfectamente retratado y que comparto en su totalidad:
“Incluso hoy me cuesta escribir con
naturalidad la palabra “España”; es como si no me perteneciera.” (p. 54)
“Me gustan los escritores judíos europeo, y
aún más si son laicos; sigo impactado por el Holocausto…” (p. 96)
“Me gustan las películas de
guerra aunque deteste la guerra.” (p. 147)
Historia familiar, historia
de España, memorias, reflexiones, tomas de posición, confesiones de temas casi
inconfesables, recuerdos de la educación en colegios católicos,… Todo eso es
este libro y mucho más, porque hay emoción (aunque Lobo pretenda contar las
cosas con cierta frialdad), ironía, gracia: “Fuimos los primeros en darnos
cuenta de que Bono no era de izquierdas.” p.290 (en referencia a cuando
intentaron expulsarlo del PSP por el secretismo de las negociaciones con el
PSOE) y siempre poniendo el alma en lo que cuenta.
A mí personalmente me ha
impresionado la coincidencia en algunas cosas que cuenta de su estancia en el
colegio Chamberí de los hermanos maristas,
porque yo estaba en ese centro en los mismos años y, sobre todo, porque tuve
problemas parecidos con el mismo profesor. Obviamente es una anécdota personal,
pero reconozco que nunca había visto aspectos de mi vida reflejados en un libro
como en esas páginas de este.
Finalmente, Lobo demuestra
su condición de gran periodista y cuenta todo con una enorme claridad y agilidad.
Incluso yo, con las dificultades que tengo a veces para recordar los nombres,
he sido capaz de no perderme demasiado en la multitud de parientes que aparecen
sobre todo al principio del libro.
Para terminar quisiera dejar
constancia de algunas frases que me han gustado y que retratan muy bien a Ramón
Lobo:
“De los Balcanes me queda la
alergia a cualquier nacionalismo.” (p. 306)
“Soy un turista de la
desgracia ajena con derecho de retorno a la civilización.” (p. 313)
“Vamos a las guerras (…) para
obtener el reconocimiento que nos negaron de niños.” (p. 19)
“Vivimos en un mudo
indecente liderado por indecentes.” (p. 216)
Absolutamente recomendable
aunque creo que es un libro muy generacional. Por cierto, de Lobo he leído este
año su Conversación con Juan Carlos
Monedero y hace años, El héroe
inexistente.
Hay una buena entrevista de
Alberto Ojeda en elcultural.com y una útil reseña en europapress.es.
Ramón Lobo, Todos náufragos
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