Una novela sobre la Segunda Guerra Mundial no es
desde luego algo ni novedoso ni sorprendente; sí lo es, sin embargo, ser capaz
de hacerlo como lo hace Rothmann.
Dos jóvenes de diecisiete años que trabajan en una
granja como aprendices de ordeñador son llamados a filas en los momentos
finales de la guerra. Tras un brevísimo periodo de instrucción marcharán hacia
el frente donde uno de ellos, Walter, el principal protagonista de la novela,
estará destinado en un batallón dedicado a los aspectos logísticos en Hungría.
El otro protagonista, Fiete, también estará en la misma zona, pero intentará
desertar con las correspondientes consecuencias tras ser detenido.
Estos serían los componentes anecdóticos que no
ofrecen especiales novedades. Lo realmente importante en esta magnífica novela
es el tratamiento que el autor hace de las diferentes peripecias de ambos
protagonistas y de los personajes secundarios.
La novela no está dividida en capítulos, pero
realiza muy bien las transiciones con un simple punto y aparte que señala de
una forma siempre muy clara un momento diferente en el tiempo y el espacio. Las
peripecias de los personajes están relatadas con gran realismo, no exento de
dureza en unas ocasiones, pero tampoco de lirismo en otras.
Con este realismo hecho además con un esmerado
lenguaje (en el que se aprecia la mano de un buen traductor), el autor logra
unas escenas realmente especiales en las que la guerra se nos muestra no tanto
en las batallas sino en la retaguardia y en las repercusiones sobre las personas.
Así, por ejemplo, los deseos de Fiete de desertar y ser capturado por los
americanos, las escenas con los desertores ahorcados, la búsqueda que hace Walter
de la tumba de su padre durante tres días recorriendo el frente húngaro, etc.
También están muy bien resueltos los momentos
finales de la novela con la vuelta a casa de Walter y el panorama que esperaba
a los excombatientes. Aquí la escena del reencuentro con su madre me parece una
escena de las más emocionantes que he leído últimamente.
Una novela realmente espléndida, que engancha y que,
no ofreciendo nada especialmente nuevo, lo trata con gran sensibilidad y un
cuidadísimo lenguaje.
Ha sido un buen comienzo de año lector y espero que
la editorial nos dé a conocer más textos de este escritor que promete tener otras cosas interesantes.
Hay una buena reseña de Cecilia Dreymüller en
elpais.com.
Ralf Rothmann, Morir en primavera. Traducción de Carles Andreu
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