Siempre es bienvenido un libro que intente explicar
lo que está pasando con la economía y que incluso se plantee ofrecer algunas
sugerencias para cambiar el modelo. Estos dos catedráticos de Política
Económica, uno en Vigo y el otro en Barcelona, son capaces, además, de explicar los temas con bastante
claridad, incluso en los dos capítulos
que dedican a los aspectos más teóricos.
Evidentemente, en un texto de casi 350 páginas en el
que se tratan muchos elementos de la crisis
y de la economía actual, hay algunos temas que me llaman más la atención
o simplemente que me interesan más porque me parece que sus opiniones se salen
algo del pensamiento único. Así sucede con las páginas, bastantes, que dedican
a contrastar desigualdad y eficiencia; con la discusión sobre el papel de
Alemania en la UE; con las fuertes críticas al trato, que consideran erróneo,
dado a Grecia; y, finalmente, las duras críticas que hacen de la “austeridad
expansiva” tanto a nivel teórico como por sus consecuencias prácticas.
Quisiera ahora recoger algunos fragmentos en los que
plantean también interesantes reflexiones sobre otros temas.
Así, dentro de la crítica de la “financiarización”
del actual capitalismo:
“Hemos visto, por tanto, cómo la dimensión
elefantiásica de las finanzas, el carácter hiperfinanciero del nuevo capitalismo,
y su evolución en gran parte fuera de toda posibilidad de control efectivo, han
estado en el centro de los problemas económicos contemporáneos. Mientras no se
devuelva a los mercados financieros su condición instrumental a una escala
humana, y mientras no quede embridado por estrictos controles, continuará
siendo un obstáculo para una recuperación de la economía internacional que sea
genuina y sostenible.” (p. 106)
El siguiente me parece especialmente importante
porque desde luego en España está muy presente:
“En las actuales circunstancias, dado que los
perdedores de la crisis son muchos más que los ganadores, el hecho de que la
democracia otorgue a cada persona un voto debería hacer que las políticas se
orientaran en el sentido que acabamos de señalar (se refieren a disminuir las desigualdades). Pero no es así. El
motivo es doble. Por un lado, la concentración de la riqueza introduce sesgos
en la formación de los gobiernos y en los procesos de decisión política. Los
caminos de esa influencia son variados, desde la financiación a los partidos
políticos a una mayor presencia de sus representantes entre los miembros de
parlamentos y gobiernos. Por otro lado, el hecho de que los sectores sociales
de baja renta se inhiban de participar en el proceso político ordinario hace
que sus intereses y preferencias sean poco tenidos en cuenta.” (p. 152)
Para terminar resumo los cinco “desafíos” que
plantean al final del libro bajo el epígrafe de
Un nuevo progresismo, y que
viene a ser su aportación a las posibles soluciones:
- Impulsar instituciones que favorezcan la
estabilidad macroeconómica así como la preservación de los servicios públicos
básicos.
- Defender el funcionamiento de la competencia en
los mercados.
- Viraje de las políticas empresariales de su
énfasis en la rentabilidad hacia las
ganancias de productividad.
- Estado menos intervencionista y más innovador y
emprendedor.
- Revertir la fuerte tendencia hacia la desigualdad.
(p. 313-317)
Como se ve representan más o menos las ideas de una
socialdemocracia algo renovada que es por donde creo yo que van ambos
catedráticos. En esto radica también su principal debilidad.
Un libro en cualquier caso muy interesante y
sugerente aunque, como siempre pasa en estos casos, no hay más que leer a José
Carlos Díez, a la hora de las soluciones es cuando se notan más las carencias.
Xosé Carlos Arias y Antón Costas, La nueva piel del capitalismo
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