“Como demuestran los muchos episodios referidos en
estas páginas, Trump es extraordinariamente ágil para hacer lo que se le antoja
y librarse del castigo.” (p. 227)
Esta frase que aparece casi al final del libro, me
ha surgido varias veces a medida que lo iba leyendo y es que, efectivamente,
parece inexplicable cómo logra salir a flote de casi todos los charcos en los
que se mete; y no son pocos precisamente.
Johnston conoce a Trump desde hace casi treinta
años. Lo ha investigado y ha mantenido más de una conversación con él. Aquí, a lo largo de los 24 capítulos en los
que divide el texto, escribe, partiendo de sus antecedentes familiares que le
dejaron suficiente dinero, sobre los diferentes negocios que llevó a cabo en
los años ochenta y noventa principalmente. Desde el intento de creación de una
liga que compitiese con la NFL, a la construcción de un casino en Atlantic
City. El recorrido sobre esos negocios resulta a veces excesivamente prolijo lo
que hace que no siempre se pueda seguir con facilidad. Además, tampoco la prosa
de este periodista es comparable, por ejemplo, a la de un Gay Talese. No
obstante, resulta interesante y, sobre todo, cuando hace caracterizaciones del
personaje como estas porque ayuda a descubrir otras facetas:
“Discrepar de
Trump significa estar equivocado. Presentar a Trump de un modo que no se ajuste
a la imagen que él tiene de sí mismo es ser un perdedor. Es un enfoque de la
existencia que tal vez funcione en el mundo de los negocios (donde Trump puede
darse media vuelta y no tratar con las personas que no gusta), pero los
dirigentes gubernamentales no pueden permitirse ese lujo, menos aún el
presidente de los Estados Unidos.” (p. 74)
“Vale la pena señalar que la memoria de Trump
parecía bastante aguda tres años más tarde, en 2001, cuando insistió en que
había visto en la televisión que miles
de musulmanes de Nueva Jersey jaleaban las llamas de las Torres Gemelas. Nunca
se ha encontrado ninguna cinta de vídeo, ninguna fotografía, ni ningún informe
policial que sustente este recuerdo. Pero Trump sostiene que su recuerdo era
fiel. Después de todo, como dijo en Iowa en el año 2105 ante el público de su
campaña, él había sido agraciado con “la mejor memoria del mundo”.” (p. 141)
Además, en el capítulo 3, Valores personales, añade los siguientes tomados de expresiones del
propio Trump: No confiar en nadie y
menos en los buenos empleados. Usar la venganza como política empresarial.
Engañar quince veces más a la gente que te engaña.
Como se ve toda una panoplia de “buenas prácticas”.
También me ha parecido realmente increíble la
entrevista que reproduce en el capítulo 18, Amantes
imaginarias, en la que un periodista aún más impresentable que el propio
entrevistado le pregunta sobre su relación con Carla Bruni.
En fin, un libro que se lee con rapidez y que
colabora a fomentar el desprecio que está provocando este personaje que
resultaría cómico si no pudiera llegar a ser tan dramático tal y como está
planteando su presidencia.
Otra buena aportación de esta peculiar editorial, Capitán Swing.
Hay una reseña bastante completa de Raúl Jiménez en
indienauta.com.
David Cay Johnston, Cómo se hizo Donald Trump. Traducción de Ricardo García Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario