Estamos ante un extenso libro, más de 400 páginas en
formato grande, sobre el lenguaje de los políticos y también el que están
adoptando los medios. En un texto tan extenso, quizá demasiado, y con un tema
tan interesante, hay análisis bastante profundos, pero también a veces se
cuentan cosas que no tienen tanto interés. No obstante, la mayor parte de sus
doce capítulos se leen con mucha atención y hacen reflexionar y cuestionar
algunas ideas preconcebidas así como también confirmar otras.
Por sus páginas aparecen los principales políticos
británicos y estadounidenses de los últimos tiempos como: M.Thatcher, R.Reagan,
B.Obama, T.Blair o D.Trump. También alguno de otra procedencia como es el caso
de S.Berlusconi. En general, las apariciones son para criticar alguno de sus
mensajes si bien unos salen mejor parados que otros.
Hay también bastantes alusiones al periodismo a lo
largo del libro, desde un capítulo completo, el 5, dedicado al tema, hasta varios
comentarios del autor explicando alguna de sus actuaciones tanto en la BBC como
en el New York Times.
Incluso dedica
un capítulo a hablar de la retórica en el mundo griego y su evolución
posterior.
Me gustaría destacar ahora un conjunto de citas que
creo que resultan especialmente interesantes
y alguna incluso muy adecuada para analizar el panorama en nuestro país.
Una crítica bastante fuerte, pero también bastante
acertada sobre el discurso de los políticos:
“(…) algunas de las tendencias más inquietantes del
discurso político contemporáneo. Consigue su impacto rechazando toda
complejidad, condicionalidad o incertidumbre. Exagera hasta el extremo para
expresar su idea. Se basa en la presunción de una mala fe incorregible por
parte de su blanco político. No acepta la responsabilidad de explicarle nada a
nadie, y en lugar de eso trata los hechos como materia opinable. Rechaza la
posibilidad siquiera de un debate racional entre las partes. Con un lenguaje
así, no es de extrañar que tantos ciudadanos asqueados den la espalda a la
política.” (p. 31)
Una referencia a internet y los medios digitales que
cualquiera que entre en ellos puede comprobar a diario:
“(…) el lenguaje del odio desatado (y a menudo
anónimo) que han permitido las plataformas digitales ha perjudicado el discurso
público de otras maneras. A menudo provoca una respuesta equivalente y
contraria, de manera que un debate entero degenera en vitriolo. Además,
establece un nuevo y siniestro estándar para la expresión de opiniones
contundentes, al que algunos políticos y comentaristas se adaptan de buena
gana.” (p. 154)
Dos reflexiones que se pueden discutir y matizar,
pero que plantean dos interesantes debates:
“También debemos ser cautos antes de suponer que la
mejor política es aquella que tiene vocación consensual y talante dócil. A
menudo, la obstinación y una sonora determinación de hacerse oír son el único
modo de lograr que se acepten nuevas y valientes ideas políticas. La pasión y el
debate encendido pueden ser indicadores de una democracia sana, y no solo de
una enferma.” (p.25)
“Para una opinión pública enfadada, lo que resultaba
atractivo no era necesariamente el radicalismo de las políticas como tal, ni
siquiera su posición en el espectro de la derecha o la izquierda, sino el modo
en que el radicalismo del orador indicaba una ruptura completa con el statu quo.” (p. 204) (Lo dice tras referirse a Corbyn y Trump.)
Una idea que el año pasado estuvo cada día en los
debates dentro de Podemos:
“Está claro que hay que hacer lo suficiente para
mantener a los tuyos motivados y unidos, pero ellos no son tu público
principal; por lo menos si lo que quieres es llegar al poder.” (p.376)
¿Autocrítica?
“La auténtica incógnita sobre buena parte del
periodismo a la vieja usanza no es si puede sobrevivir como profesión, sino si
merece hacerlo… y si alguien lo echaría de menos en caso de desaparecer.”
(p.389)
Yo sí que lo echaría de menos.
En fin, como se puede ver hay un montón de temas
interesantes a lo largo del libro y, además, están expuestos con gran agilidad
y claridad. Un libro muy recomendable.
Mark Thompson, Sin
palabras. ¿Qué ha pasado con el lenguaje de la política? Traducción Gabriel
Dols Gallado.