Tengo un gran respeto por Saviano
tanto personal como profesional. Creo que lo merece por haberse jugado la vida,
y seguir haciéndolo, por informar sobre una realidad que aflige a determinadas
zonas del sur de Italia y, en el caso que nos ocupa, a Nápoles en particular.
Sin embargo, hasta ahora no había leído
ninguno de sus libros aunque sí vi en su día la adaptación cinematográfica de su
libro Gomorra.
Este libro es, por tanto, lo primero que leo del autor y
no me ha gustado. Se trata de una extensa novela, 377 páginas, en la que
muestra el surgimiento y algunas actuaciones de una banda de delincuentes que
son realmente unos niños pues se inician a los catorce años e incluso hay
alguno de menor edad.
A pesar de la extensión de la novela
se echan de menos muchas cosas como plantea Carlos Zanón en su crítica para
elpais.com:
“Falta en este libro más sobre de dónde vienen, qué
sienten, de qué escapan o qué quieren conseguir sin esfuerzo esos chavales. La
violencia no es ni explicada por sí misma — tampoco hay mucha— ni por sus
raíces de clase obrera o el sueño hortera de niño rapero, malote, vago,
machista, asesino. Hasta Nápoles y su idiosincrasia aparecen apenas esbozadas.”
Otro defecto importante de la novela
es lo poco que están dibujados los personajes. Casi lo único que se explica de
ellos es de dónde les viene el mote y resulta bastante indistinto quién
interviene en los diálogos -y la novela está repleta de ellos-, porque apenas
está esbozada una personalidad bien diferenciada para los once miembros de la
banda.
Sí hay alusiones a su “filosofía” como por ejemplo en
estas dos intervenciones de Nicolás, el jefe de la banda:
“- Sí, pero yo tengo respeto por quien
se deja matar. Tengo respeto también porque todos les tienen miedo. Eso
significa que lo han conseguido, que se muera mi madre, lo han conseguido si
todos se cagan encima cuando los ven.” (p. 294)
“-Eso es, yo no quiero ser el brazo
armado de nadie. Nosotros debemos ser más, tenemos que comernos las calles.
Hasta aquí hemos pensado sólo en el dinero, pero tenemos que pensar en mandar.”
(p. 295)
Es cierto que la novela tiene momentos
muy logrados y capítulos magníficos como, por ejemplo, el titulado Capodimonte en el que Nicolás, el
protagonista, se entrevista con un capo para pedirle armas. Sin embargo, poco
después hay otro capítulo que se desarrolla en el zoo en el que hay escenas
totalmente disparatadas. Además, lo que es muy raro en una novela con tanta
acción y que trata este tema, hay bastantes momentos en que se hace aburrida y
tediosa por repetitiva.
Es una pena que las buenas intenciones
y lo importante del tema hayan dado como resultado un texto que no satisface
las expectativas ni tan siquiera a nivel informativo.
Hay una crítica muy positiva de RafaelNarbona en elcultural.com.
Roberto Saviano, La banda de los niños. Traducción Juan Carlos Gentile Vitale.
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