“Leer La tribu fue,
más que nada, antes que nada, un gran placer: el gusto de leer una escritura.
No sólo una mirada interesante, no sólo una historia bien contada; una
escritura. Y, además, está Cuba.” (p. 13)
Estas palabras de Martín Caparrós en el Prólogo resumen muy bien
lo que produce la lectura de este magnífico libro, en el que se recogen un
conjunto de artículos publicados por el autor en diferentes revistas entre 2014
y 2016.
En casi todos hay algún
protagonista que puede ser un jugador de béisbol, un enfermero, un balsero, un
cantante y showman, un poeta, los
habitantes del entorno de un vertedero, etc. Tipos muy singulares en su mayoría
y con historias en general más bien tristes. Hay bastante miseria y carencias,
pisos destartalados, problemas para trabajar e, incluso, los que viven de la
basura en El Bote de 100.
Tiene Álvarez un lenguaje y un estilo muy atractivos, tanto que
artículos difíciles de seguir por desconocer un deporte como el béisbol o los
distintos estilos de la música cubana, se leen con gusto por cómo están
contadas las historias.
Además, como dice Caparrós en la cita: Está Cuba. No se muestra
muy complaciente el autor, muy joven ya que nació en 1989, con su
país del que, en una exhibición de capacidad de síntesis, afirma:
“Es muy gráfica la historia de Cuba en este medio siglo. (…)
Primero: los sesenta fueron los años de la justicia social. Los
setenta, de igualitarismo. Los ochenta, de reconocer que algunas cosas no eran
tan pulcras como se pensaban. Los noventa, el derrumbe de la realidad y la
admisión de que algunas cosas no sólo no eran tan pulcras, sino de que podían e
iban a ser mucho más duras de lo que se esperaba. Los dos mil, un intento
desesperado por arribar al comunismo. Y esta segunda década del veintiuno, otro
intento de recomenzar el óleo” (p. 151)
“Volvamos:
los setenta fueron los años del nombre nuevo. Los setenta, la
supuesta consumación de ese supuesto hombre nuevo. Los ochenta, las primeras
erosiones del hombre nuevo. Los noventa, el derrumbe abrupto, sísmico, del
hombre nuevo. Los dos mil, el cadáver danzante del hombre nuevo. Y esta segunda
década del veintiuno, el hombre que ya no importa si es nuevo o no, sino
simplemente que sea.” (p. 153)
“Abrimos, cada diez años con una batacazo histórico, Y cerramos
con otro. (p. 158)
Realmente, no se puede decir más con menos.
Uno de los personajes que aparecen en el libro y al que dedica
bastante espacio, tanto para hablar de su obra y su historia como para mantener
un interesante diálogo, es el poeta Rafael Alcides al que describe de esta
forma:
“No es un campeón del
exilio. No es un reivindicado del quinquenio gris. No es un funcionario del sistema.
No se volvió cínico, o ríspido, o sarcástico, o cauteloso, o violento, y menos
aún se plegó. Por alguna inexplicable razón, le sigue importando menos su suerte personal que la
muerte de su país.” (p 231)
Un Alcides que expresa en una frase también muy sintética, y muy
lapidaria añadiría yo, su visión de la Cuba actual:
“En Cuba sólo hay dos disidentes: Fidel y Raúl Castro. Los demás
estamos de acuerdo en que esto no funciona. Lo que pasa es que algunos se
atreven a decirlo y otro no, porque unos están dentro del juego y otros fuera.”
(p .244)
No obstante, tampoco es Álvarez complaciente con el exilio cubano. Así:
“Miami no ha copiado el discurso, pero ha copiado lo que es
peor: el método. La norma es la obediencia. En Cuba, a Fidel Castro. En Miami,
a la idea de oponerse a Fidel Castro.” (p. 250)
A pesar de que he reproducido varios fragmentos que son una
crítica de la situación del país y, por lo tanto, del régimen, este aspecto es
solo una parte muy pequeña del libro. Lo fundamental, lo que le da interés, es
la presentación de una serie de personas con sus historias peculiares contadas
de una forma que es, quizá, el principal aliciente de un texto que recomiendo
muy especialmente.
Hay una breve pero interesante entrevista en magazinefa.com y
una buena reseña de Rafael Rojas en letraslibres.com.
Carlos Manuel Álvarez Rodríguez, La tribu. Retratos de Cuba.
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