martes, 6 de febrero de 2018

Periodismo y poder


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Del Prólogo escrito por Pascual Serrano extraigo el siguiente largo fragmento que resume muy bien el contenido del libro: “A lo largo de esos capítulos nos mostrarán que los medios anglosajones –igual que los españoles- se alinearon con las mentiras que justificaron invasiones, fueron cómplices del genocidio y el golpe de Estado en Timor, ocultaron el papel de Estados Unidos en el derrocamiento de Aristide en Haití en dos ocasiones, ignoraron el apoyo de la administración de Reagan a las políticas de represión contra decenas de miles de civiles inocentes en El Salvador y Guatemala y la creación de un ejército terrorista financiado por el narcotráfico para derrocar al legítimo Gobierno sandinista de Nicaragua. Los mismos medios que, temerosos del poder de petroleras y grupos industriales, dejan en segundo plano asuntos tan importantes para la supervivencia del planeta como el calentamiento global.” (p. 15)
Y es que estos dos periodistas británicos hacen un análisis a veces exhaustivo de informaciones que dan los medios considerados progresistas fundamentalmente The Guardian, The Observer, The Independent y la BBC.
En esos análisis destacan lo que suponen directamente mentiras o informaciones no contrastadas y lo que son ocultaciones de hechos conocidos. Por ejemplo, sobre el tema de la guerra de Irak ofrecen muchos datos que confirmaban la no presencia de armas de destrucción masiva y también las informaciones incorrectas sobre la salida de los inspectores de la ONU que la prensa calificó de expulsión. Al respecto hay una interesante entrevista con el director de programas de actualidad  de la BBC.
A propósito de esta entrevista tengo que decir que quizá una de las cosas más interesantes del libro, y de las que más me han llamado la atención, es este tipo de entrevistas y, sobre todo, los correos que se cruzan con periodistas de los diferentes medios sobre informaciones dadas por ellos. Desde luego no me imagino que algo parecido pueda suceder en España, pues los interpelados no tienen inconveniente en dar las explicaciones que estiman pertinentes y que justifican lo que han hecho.
Evidentemente, Edwards y Cromwell son muy críticos con su profesión o, por decirlo más exactamente, con cómo la ejerce una gran parte de la prensa. Así, podemos encontrar textos como los siguientes:

“Y esto nos lleva a una de las características más reseñables de la función de los medios: que muchos periodistas, como individuos, pueden llegar a comportarse como una obediente manada, pese a la plena disponibilidad de pruebas que refuten la versión consensuada.” (p. 78)

“Pero los periodistas que refuerzan conscientemente una imagen del mundo políticamente correcta y maniquea –un mundo de “intervenciones humanitarias” (“Nosotros”), y de Estados fallidos” (“Ellos”)- son piezas fundamentales del engranaje del asesinato masivo.” (p 273)

“Como nos creemos esencialmente superiores, nuestras vidas son más valiosas. Somos seres enérgicos y modernos; ellos son masas de personas empobrecidas y débiles. Cuando los terroristas nos asesinan, morimos como personas con nombres, familias e historias. Cuando somos nosotros quienes los asesinamos, mueren como masas anónimas.
Hay ocasiones en las que los periodistas intentan razonar este hecho insinuando que las vidas de los occidentales nos importan más porque nos sentimos más estrechamente identificados con las personas que comparten nuestro modo de vida.
(…)
La pura y dura realidad es que muchos de nosotros estamos verdaderamente convencidos de nuestra superioridad, de que somos más valiosos que los ciudadanos de Colombia, Irak, Afganistán o Congo.” (p 290)

Este último fragmento me ha gustado en especial porque refleja uno de los temas que más me han preocupado últimamente, sobre todo a partir de los diferentes atentados en París, Londres o Barcelona, y que es el tratamiento tan diferente que se da a los muertos en atentados terroristas según dónde se produzcan.
El libro es muy duro con la situación de la información en Gran Bretaña, principalmente,  y en los Estados Unidos que son los lugares en los que centran su atención. No quiero ni imaginar el resultado si se hiciese algo parecido en España. 
En todo caso hay que advertir que se trata de un libro publicado en 2005, es decir, que no trata de problemas y conflictos más actuales que también merecerían un análisis de este tipo. Por otra parte, no siempre es fácil seguir el proceso de discusión por desconocimiento del tema y de los periodistas que intervienen en los debates, pero eso no quita que estemos ante un libro muy importante para los que estén interesados en la situación de la información.
  
David Edwards y David Cromwell, Los guardianes del poder. El mito de la prensa progresista. Traducción Josebe Alkorta.

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