Hace apenas dos meses que comentaba La superioridad moral de la izquierda,
el último libro del autor que ha sido criticado con bastante dureza que se va a
quedar muy corta para la que le espera por esta nueva aportación al debate
sobre la situación política de nuestro país.
Sánchez-Cuenca divide el texto en tres capítulos y un
breve Epílogo. En el primero hace una serie de aclaraciones sobre los conceptos
de nación y nacionalismo. En el segundo plantea el interesante tema de quién
constituye el demos y luego lo aplica
a los casos de los conflictos vasco, con el plan Ibarretxe, y catalán, con la
reforma del Estatut.. En el tercero se centra en el debate entre legalidad y
democracia para lo que analiza en detalle la situación del sistema judicial. Finalmente, en el Epílogo
plantea una posible salida del conflicto
catalán.
La idea central del libro queda bien resumida en el
siguiente fragmento:
“(…) en no pocas ocasiones la democracia se ha
definido en el debate político como el cumplimiento de la legalidad,
confundiéndose democracia con Estado de derecho. (…) La democracia es también
un ideal de autogobierno colectivo en virtud del cual consideramos que las decisiones
políticas deberían basarse en las preferencias de los ciudadanos.” (p. 15)
A partir de ahí, quién constituya el demos, base de
esa democracia, es fundamental como también lo es cómo se pueda modificar la
legalidad. En este sentido está claro que tal y como está planteada en España
la reforma constitucional y en referencia a Cataluña:
“Según nuestro Tribunal Constitucional, a los
catalanes favorables a la independencia no les queda otra salida que la
resignación, pues la única manera que tienen para conseguir sus fines pasa por
el procedimiento agravado de enmienda constitucional: en la medida en que los
diputados catalanes son una minoría permanente en el Congreso de los Diputados,
es evidente que nunca podrán ver satisfecha su demanda, aun si el apoyo a la
independencia fuera el cien por cien de Cataluña.” (p. 135-136)
Además, si como está sucediendo se deja en los
jueces la solución de un problema cuya base es política, hay que tener en
cuenta que:
“Los datos comparados que he ofrecido son ciertamente
contundentes. España aparece en todos los casos, ya sea en la opinión pública o
en una muestra de jueces, en la peor posición en Europa occidental en cuanto
a independencia judicial se trata.” (p.
179)
En estos fragmentos ya se ve claramente cuál es la
posición del autor. Una postura que es difícil encontrar en los análisis que se
leen habitualmente en la prensa salvo en medios digitales como eldiario.es o
infolibre.es porque, una vez más, en
palabras de Sánchez-Cuenca:
“La crítica al desarrollo judicial de la crisis
catalana ha sido tenue. Una parte importante de la sociedad civil parece más
interesada en que los líderes independentistas paguen por lo que han hecho que
en proteger la democracia. No se ha activado un debate vigoroso sobre los
límites de la actuación judicial ni, más
en general, sobre la respuesta del Estado a la crisis constitucional. Las pocas
voces que se han podido sentir han quedado rápidamente silenciadas ante el
atronador discurso del nacionalismo español.” (p. 180)
A todo lo dicho hay que añadir la demostración de la
existencia de un nacionalismo español que ha resurgido con la crisis catalana.
Reproduce textos de algunos
“intelectuales” muchos de los cuales ya aparecían citados en La desfachatez intelectual, otro reciente
libro del autor que también le supuso fuertes críticas hasta el punto de llegar
a hacer una nueva edición en la que ampliaba el texto para responder a estas.
Tengo que decir que estoy plenamente de acuerdo con
prácticamente todo lo que se dice en el libro salvo quizá con la siguiente
afirmación:
“Los que
tienen un sentimiento de pertenencia a la nación española aceptan tomar
decisiones colectivamente, tener unas instituciones comunes y pagar impuestos
para el sostenimiento del Estado; asimismo, comparten unas referencias
históricas, tienen una lengua común, el castellano o español, y muchos de ellos
sienten apego por los símbolos nacionales.” (p. 79)
Yo acepto todo lo que se dice y no tengo ningún
sentimiento de pertenencia. Creo que uno de los más graves errores que se cometen
cuando se analiza el tema del nacionalismo es el no saber distinguir con
claridad lo que supone y significa tener una identidad determinada de lo que es simplemente considerarse ciudadano
de un estado y, por lo tanto, aceptar sus leyes y estar dispuesto a cumplir determinados
compromisos sin que ello implique ningún tipo de identificación. Seguramente no
somos muchos los que pensamos así, pero también estoy seguro de que vamos
creciendo en número.
Sánchez-Cuenca ha vuelto a escribir un libro que no
dejará indiferente a nadie y que, seguro, hará las delicias de sus detractores
que pueden llegar al éxtasis, y alguno es posible que hasta el orgasmo, ante
unos análisis que les parecerán terribles porque buscan la solución de un problema
político por medios políticos y sin que suponga la masacre del adversario.
Todo en el libro es interesante, pero a mí
particularmente me ha aclarado muchas cosas todo lo que hace referencia al
Tribunal Constitucional sobre todo cuando analiza el diferente comportamiento
en sus decisiones cuando se trata de ceder soberanía hacia fuera, a la UE, o
hacia dentro, a alguna Comunidad Autónoma, o también en la comparación que
establece con el TC de Canadá.
Un libro de recomendable lectura si se quiere entender
mejor hacia dónde va la democracia en nuestro país si sigue por el mismo camino
que hasta ahora en el tema catalán. Además, escrito por alguien que se sale del
discurso mayoritario y casi exclusivo en los medios tanto a la hora de
establecer culpabilidades, como a la de buscar soluciones; que no tiene reparo
en discutir con quien haga falta y en meterse con quienes tienen la facilidad
de arrasar con sus discursos en la gran mayoría de los medios; que muestra, en
fin, una cualidad no demasiado común en nuestra “clase” intelectual que es la
valentía y la independencia.
Ignacio Sánchez-Cuenca, La confusión nacional. La democracia española ante la crisis catalana.