martes, 6 de marzo de 2018

Familia y memoria



Dice Henrique Mariño en una entrevista con la autora en publico.es:

“Honrarás a tu padre y a tu madre (Anagrama) no es una novela. No es un reportaje. No es una crónica. No es una investigación. No es una entrevista. No es un monólogo. No es un diario. No es un making of. No es una memoria; tampoco histórica. Pero podría ser todo ello, cada cosa, o nada: una inmersión sin botellas; acaso una exhumación.


Fallarás lo negará todo: es una novela. A Fallarás le interesa la forma, el artificio, el estilo.”

 Y la propia Fallarás dirá más adelante en la misma entrevista:

“Hay de todo, pero es una novela, en tanto en cuanto es una construcción literaria. No es un documento, sino un acto literario: íntimo y profundamente impúdico, porque me interesa mucho la impudicia. Y, sobre todo, un acto de belleza, porque en el trabajo de la novela la estética está por encima de lo íntimo. Mi trabajo es amor y belleza. La memoria soy yo, no forma parte de mi trabajo. Y eso es muy difícil de explicar, porque mi ser es político. ¿Me explico? Yo soy política. Sin embargo, si no consigo alcanzar la belleza con mi trabajo, no vale de nada”.

¿Novela, crónica, indagación histórica, búsqueda y combate contra los demonios familiares, faction o no faction, algo de psicoanálisis en algunos momentos, reconstrucción o invención? A fin de cuentas qué más da. Seguramente un poco de todo, pero por encima de todo un gran libro, un texto sorprendente al menos para quien, como es mi caso, solo conocemos a “la Fallarás” de las tertulias televisivas. Tertulias en las que derrocha energía en defensa de sus tesis tanta al menos como la que emplea en la primera de las tres partes de las que consta el libro.
En esa primera parte, El asesinato, se nos cuenta el fusilamiento del abuelo paterno con una gran técnica y fuerza narrativa y con una narradora que aparece de vez en cuando en un viaje huyendo de Zaragoza y que dice cosas que, como la siguiente, no sé si son una declaración de intenciones o una definición:

“Toda familia guarda memoria de personajes excéntricos, normalmente deformada por el uso, y memoria de hombres y mujeres sensatos, o sea vulgares, o sea cobardes. Uno debe optar, y esto sucede muy pronto, uno debe elegir a cuál de los dos bandos pertenece. El paso siguiente podría ser dilucidar si la locura y las adicciones son hereditarias.” (p. 61)

En las otras dos partes, El coronel y La familia, reconstruye de una forma tremendamente atractiva  y eficaz la historia de una parte de su familia. (No se puede decir demasiado para no anticipar alguna pequeña sorpresa).
Novela que atrapa desde las primeras líneas hasta esa frase final tan “fallarasiana”: “Ahora ya no tengo miedo. Apártense los vivos.” Que no es, ni mucho menos, la única en la que podemos reconocer fácilmente a su autora y valga esta otra como demostración:

“Mi herida queda.

Luminosa, dolorosa, cruel o flotante, nuestra existencia física es instante, mota en el tiempo, nada. Nuestra existencia es memoria. Somos finalmente, en la idea que queda, recuerdo.

Maldigo, pues, a quienes matan la memoria. Maldigo a los oscuros constructores del silencio.” (p. 85)

Un libro magnífico por lo original de su planteamiento y porque nos muestra cómo se producen, pero al mismo tiempo cómo se curan algunas heridas. Absolutamente recomendable.
Además de la interesante entrevista ya mencionada hay una buena reseña de Gustau Nerín en elnacional.cat.

Cristina Fallarás, Honrarás a tu padre y a tu madre.

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