Como ya he dicho comentando otro de sus libros,
conocí a Enquist al leer su magnífica autobiografía y después estoy leyendo los
distintos libros que se han publicado. No es un orden de lectura habitual, al
menos en mi caso, pero ha venido así; me impactó tanto su historia personal y
su forma de contarla que he querido conocer sus historias. Hasta ahora unas me
han gustado mucho y otras no tanto. Es un escritor bastante innovador en las
formas y no siempre me ha resultado fácil seguirlo.
En este caso, sin embargo, Enquist cuenta una
historia a la manera más tradicional casi me atrevería a decir que del siglo
XIX. Se trata de la revolución que puso en marcha el prusiano Johann Friedrich
Struensee, médico de cámara del rey
danés Cristián VII, que convertido en su valido, y en el escaso periodo de dos años, aprobó más
de 600 medidas de reforma del país en una línea ilustrada.
Valga como muestra el siguiente fragmento:
“- Lo “real” esta semana –empezó a decir lentamente-
consiste en la abolición de la ley de infidelidad, así como la reducción de las
pensiones superfluas a los funcionarios, la prohibición de la tortura, estoy
preparando la transición de las aduanas de Ödersund de las arcas del rey a las
del Estado, la instauración de fondos de ayuda para hijos ilegítimos, que
podrán ser bautizados, y…” (p 242)
Enquist desarrolla los cuatro años en los que
Struensee estuvo cerca del rey que, por otra parte, era un enfermo mental (se
habla de que padecía esquizofrenia). En la novela son muy importantes una serie
de personajes que Rafael Narbona caracteriza perfectamente en su reseña en
elcultural.com:
“Entre los aciertos del texto, hay que mencionar la
capacidad de infundir vida a los personajes. Cristián VII es un personaje
patético, que confunde la realidad con la ficción, un verdadero Hamlet (no hay
que olvidar que los hechos discurren en Dinamarca), incapaz de decidir entre
sus obligaciones políticas y sus juegos con un perrillo y un esclavo negro. Su
esposa, la “puta inglesa”, vive el deseo sexual como un desafío a las
convenciones, sin dejarse intimidar por las ideas de culpa y pecado. Struensee
es un joven idealista, pero carente de determinación. Guldberg, que lidera la
conspiración palatina, encuentra en la piedad religiosa un desagüe a su
sexualidad reprimida.”
Con estos personajes principales junto con otros
importantes secundarios, el autor consigue que nos situemos en esa época de
finales del siglo XVIII y que disfrutemos con una historia de luchas por el
poder y de resentimientos y ambiciones propios realmente de cualquier época.
Enquist demuestra una vez más su maestría como
escritor y deja un texto absolutamente recomendable incluso para los que, como
es mi caso, no les guste demasiado la novela histórica porque esta solo lo es
en apariencia.
Per Olov Enquist, La visita el médico de cámara. Traducción Martin Lexell y Cristina
Cerezo.