Hacía bastante tiempo que no leía nada del autor y,
además, lo último que leí, Isabel, no
me gustó como dejé constancia en el blog. Sin embargo, al ver esta edición de
su segunda novela publicada hace casi cuarenta años y leer la contraportada me
animé a dar otra oportunidad a quien escribió un libro tan magnífico como Sostiene Pereira.
Me alegro de haberlo hecho porque, a pesar de que en
algunos momentos me he sentido un tanto perdido y de que la historia a veces se
hace un tanto pesada y reiterativa, el libro tiene los suficientes atractivos
para hacerlo interesante y para que merezca la pena leerlo.
Aunque la historia avanza a lo largo de más de un
siglo, de alguna manera parece algo circular debido en parte al hecho de que el
nombre de sus protagonistas principales, Sesto, se va repitiendo. Por este
detalle y otros como el diluvio al nacer el primer Sesto, la prolongada sequía
en el pueblo que lleva a acudir a las procesiones o el polvo blanco de la
cantera que cubre el pueblo, viene a la cabeza en varios momentos Cien años de soledad.
Reproduce la editorial en la contraportada el
siguiente comentario de M.Ammirati en Liberal:
”Una novela densísima sobre las vivencias de varias
generaciones de una familia… Un extraordinario ejercicio de estilo con una
escritura que abarca desde lo grotesco hasta la ironía.”
El ejercicio de estilo se puede apreciar en el
siguiente fragmento:
“No dijo nunca que había aprendido perfectamente a
colocar en el orden lógico y simbólico establecido por los hablantes todos los
signos llamados palabras a través de los que uno puede expresarse incluso sin
hablar.” (p. 165)
Por otra parte aparece una forma que luego
desarrollará ampliamente en el citado Sostiene
Pereira como es la repetición sistemática de la misma expresión al
referirse a nombres. Así, Anselmo Menichetti, de adoptado Zanardelli; Sesto, al
que llamaban Marianna; Ivana a la que
llamaba Rosa, etc.
Hay sentido del humor en varios momentos y siempre
un peculiar y muy cuidado lenguaje.
De las dos partes en que está dividido el texto, a
mí me ha gustado más la primera que se desarrolla toda en el mundo rural desde
el último tercio del siglo XIX hasta los primeros años del XX. En la segunda,
aunque tiene magníficos momentos, también hay otros en que la historia decae y
pierde parte de su fuerza.
En cualquier caso merece la pena su lectura.
Antonio Tabuchi, El
barquito chiquitito. Traducción Carlos Gumpert.
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