Este es el tercer libro publicado de Lianke y el
tercero que leo. Se publicó hace dos años, pero no sé muy bien por qué he
tardado tanto en leerlo porque ya tengo el cuarto, recientemente publicado,
entre los pendientes de lectura.
Lianke es un autor especial. Trata temas de un gran
interés y lo hace de una forma tremendamente original y personal. Prefiero
utilizar las palabras de Belén Cuadra Mora, en elcuadernodigital.com, porque es
una gran conocedora de la obra del autor ya que ha traducido los tres libros
que ha publicado la editorial Automática:
“Bajo la línea argumental que recorre
los años del Gran Salto Adelante y la Gran Hambruna, subyacen los temas
transversales que atraviesan gran parte de narrativa de Yan Lianke: la
voracidad de modelos parasitarios que persiguen el desarrollo a costa de la
sangre de muchos, los abusos del poder, las brechas entre campo y ciudad, la
deshumanización inexorable de unos personajes empujados a sobrepasar límites
inimaginables en condiciones extremas, la incansable lucha por la supervivencia
o la denuncia del olvido.”
La mayoría de esos temas aparecen en esta extensa
novela de 368 densas páginas en la que se hace una fuerte crítica del régimen
maoísta y de las políticas que llevó a cabo a finales de los cincuenta con unas
consecuencias desastrosas para gran parte de la población.
Para contar la historia utiliza cuatro libros desde una perspectiva un tanto diferente que la
traductora, Taciana Fisac, explica muy bien en un interesante Prólogo. De esos
cuatro libros a mí me ha gustado sobre todo el enfoque que se hace desde el
titulado El antiguo cauce en el que
“el escritor”, escribiendo en primera persona, describe muy bien las cosas que
estaban sucediendo. Entrecomillo el escritor porque una característica del
libro es que no hay nombres propios y los personajes se llaman: el niño
(personaje de gran protagonismo y que da título a otro de los libros, El niño del Cielo), la música, el
erudito o el de religión, entre otros.
En general, el libro me parece muy conseguido, sin
embargo creo que se extiende demasiado en algunos aspectos que resultan un
tanto pesados por lo reiterativo. Me refiero sobre todo a la insistencia tanto
en las cifras cuando se trata de producir hierro y acero, como a la presencia
constante de los premios de rosas rojas de papel o de estrellas de cinco puntas
que pueden utilizarse para volver a casa porque, lo que no he dicho hasta ahora,
es que la historia se desarrolla en un campo dedicado a la reeducación de
aquellos que se habían significado por sus críticas al sistema.
Hecha esta salvedad, tengo también que decir que los
dos capítulos y casi 100 páginas que dedica a La Hambruna son realmente
magníficas y, eso sí, muy duras de seguir en algunos momentos.
Para terminar el comentario dejo las palabras
finales del Prólogo:
“Algunas de las obras anteriores de Yan Lianke
pueden calificarse de alegóricas y burlescas; en Los cuatro libros no olvida su característica parodia para abordar
hechos dramáticos y reales, y hace uso de todos los recursos lingüísticos y
poéticos a su alcance con una creatividad desbordante.” (p. 13)
Aunque es el que menos me ha gustado de los tres del
autor, es recomendable porque se trata de una literatura muy diferente de la
que habitualmente se publica. Es lo mismo que sucede con la de la escritora
coreana Han Kang, que cuentan historias diferentes pero, sobre todo, que tienen
unas formas muy personales de hacerlo.
Yan Lianke, Los
cuatro libros. Traducción Taciana Fisac.
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