martes, 30 de octubre de 2018

Esperaba más



Con este original y llamativo título se publican tres novelas del autor escritas en diferentes épocas y sobre diferentes temas. Cada una viene precedida de su correspondiente introducción que facilita el acercamiento a algunos aspectos de la obra.
La primera, la que más me ha gustado, fue escrita en 1941 y tiene al gaélico como protagonista. Es una novela tremendamente original en la que hasta  los elementos fantásticos, como esos niños que acuden al colegio nadando desde las islas Áran, quedan perfectamente integrados en la historia. Es un retrato de una Irlanda en la que predominan el hambre, -solo mínimamente satisfecha con las patatas-, la miseria y la constante lluvia.
O’Brien hace gala de un gran sentido del humor como se puede ver en el siguiente ejemplo: “Nací con muy poca edad –ni siquiera había cumplido un día-.” (p. 33)
Sobre la importancia que tiene el tema del gaélico en esta novela dice su traductor en la introducción: “O’Brien amaba su lengua y su literatura (…);  lo que detestaba era la visión recalcitrantemente estereotipada de lo irlandés.” (p. 21)
No obstante, quizá por mi gran desconocimiento del país y de su historia, no he sido capaz de apreciar varias de las referencias que hace al tema de la lengua. Valga como ejemplo la siguiente afirmación que se puede entender de dos maneras bien distintas: “(…) siempre se ha dicho que la precisión que uno posee en el uso del gaélico (lo mismo que la santidad del alma) es proporcional a la carencia de bienes terrenales.” (p. 63)
La segunda se publicó a principios de los sesenta y está escrita en una clave más realista que la anterior.
De ella se dice en la introducción:

“La escribió de un tirón en dos meses. A primera vista contiene todos los temas usuales de O’Brien: conversaciones pedantes, preocupaciones grotescas; humor en medio de la sordidez; mitos (la visita del simplón al papa pertenece a un antiguo relato); la obsesión por las enfermedades y los temas científicos.” (p. 140)

Sin gustarme demasiado, sí que lo han hecho un par de escenas en las que los personajes debaten sobre religión así como la insistencia en los negocios del hermano del protagonista que hoy sería un buen ejemplo de emprendedor (uno de esos conceptos de uso reciente pero masivo que menos me gusta). Sin embargo, hay varias páginas sobre temas científicos bastante aburridas.
Eso sí, resulta muy actual en alguna apreciación como:

“-En estos tiempo modernos, uno no es nada a menos que sea capaz de producir datos estadísticos. Columnas y más columnas de números, medidas y porcentajes. Supongamos que se creara una comisión Real para estos asuntos. ¿Adónde iríamos a parar si no pudiéramos producir nuestras estadísticas certificadas? (p. 242)

La tercera y última consiste en unos pocos capítulos de una obra que quedó inconclusa por la muerte del autor y que seguramente hubiera sido una novela interesante por los temas que se inician  y que se resumen muy bien en la introducción:

“Esta es una sátira de los Estados Unidos al tiempo que de Irlanda e, incluso, a través de la protagonista e ideóloga de una peregrina revolución alimentaria, una caricatura de las formas puntillosamente moralistas del protestantismo…” (p. 307)

Como conclusión tengo que decir que esperaba más de un libro del que he escuchado comentarios muy favorables. Tiene momentos espléndidos, un peculiar sentido del humor que atraviesa las tres novelas y es muy original en la construcción de los personajes, pero tengo la impresión de que son novelas a las que les falta algo, sin que sea capaz de decir qué es, para llegar a ser realmente buenas.
Por lo que he visto y leído la misma editorial ha publicado otros libros de O’Brien que parecen ser los mejores del autor.

Flann O’Brien, El consumo de patata en Irlanda. Traducción Antonio Taravillo Rivera y Iury Lech.

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