Desde luego estamos ante un texto poco habitual
entre nosotros. Marina Garcés, filósofa y profesora de universidad, nos ofrece
en forma de memorias su recorrido como activista desde mediados de los años
noventa hasta la actualidad. Cuenta su participación en multitud de iniciativas
tanto políticas como culturales que se han llevado a cabo en la ciudad de
Barcelona.
Según Jordi Gracia en su crítica hecha en
elpais.com:
“Su importancia radica en la transparencia con que
defiende un activismo civil de lucha e insumisión a través de colectivos de
acción y pensamiento, y a la vez la voluntad de resistir hoy, en sus actuales
condiciones de madurez y biografía, como activista política más selectiva. El
aroma de la frustración no pesa ni domina el relato, pero está al fondo de la
honestidad que transpira todo él.”
Quisiera destacar esta última frase porque es quizá
lo que más me ha llamado la atención de un libro que, por otra parte, ofrece
muchas cosas interesantes. Garcés parece un ejemplo magnífico del “optimismo de
la voluntad”. Año tras año ha estado participando en iniciativas que casi
siempre terminaban en un cierto fracaso; sin embargo en el libro apenas
aparecen momentos de desánimo y solo el hecho de tener que compaginar una vida
privada más compleja por su maternidad, le hizo frenar un tanto su activismo.
Hay muchas reflexiones en un libro que tiene 250
páginas muy densamente editadas como es habitual en las publicaciones de esta
editorial. Reflexiones de carácter general y también otras más particulares. De
las primeras me han interesado entre otras muchas: la diferencia entre barrio y
barrialidad, la idea de Barcelona como marca con sus correspondientes efectos,
la consideración del turismo como industria extractiva o sus alusiones al 15M.
Por lo que hace a lo particular me gusta la idea de la no total disponibilidad
siempre y para todo y la de “entrar y salir”.
Como decía, es un libro lleno de reflexiones que no
siempre he entendido (es proverbial mi dificultad para entender a los
filósofos), pero no me importa porque el conjunto merece mucho la pena aunque
alguna de sus partes sean más difíciles.
Un ejemplo de reflexión no solo interesante por lo
que dice sino porque interpela directamente al lector:
“En el mundo global todo está a la vista y no pasa
nada, este es el problema de nuestro
tiempo. La injusticia, la mentira, la crueldad, la miseria, la pobreza…
¿qué hay que no sepamos? Frente a tanta obscenidad, el miedo es más efectivo
que la rabia, y la impotencia más fuerte que el deseo.” (p. 96)
También he tenido la sensación de que el siguiente
fragmento que reproduce de Daniel Blanchard, miembro del grupo Socialismo o
Barbarie, se le podría aplicar también, al menos en parte, a la propia Garcés:
“Creíamos ser revolucionarios y no revolucionábamos
nada, explica en sus escritos testimoniales. ¿Qué quedaba entonces? Un
simulacro, un discurso replegado sobre sí
mismo. Muerto, estéril, cada vez más ineficiente pero más sofisticado”
(p. 139)
No estéril, pero sí un tanto ineficiente. No
obstante, hay que agradecer a la autora su enorme sinceridad y su compromiso
total durante tanto tiempo con unas ideas y unas prácticas sociales que no
están precisamente de moda.
Hay una entrevista de Josep Massot en
lavanguardia.com que puede ayudar a entender a la persona.
Marina Garcés, Ciudad
Princesa
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