Desde hace un tiempo se está haciendo una crítica de
los años de la Transición por parte de historiadores, politólogos, sociólogos,
periodistas e incluso políticos. Algunos
critican lo que se hizo y el cómo se hizo, pero la mayoría critican, y con toda
la razón, la mitificación posterior del fenómeno. Se habló de “acontecimiento
mundial” o de “ejemplo para muchos países”; hubo políticos que habían
participado en ella que se dedicaron a dar conferencias o a ser consejeros
cuando las transiciones en los países del este. Creo que hoy ya va quedando
claro que no fue para tanto y que hay bastantes, no sé si demasiadas, sombras
en aquel proceso.
Con el fenómeno de la movida madrileña está pasando
tres cuartos de lo mismo. Madrid era “el centro cultural y musical del mundo”,
el lugar donde la gente más se divertía y donde la creatividad estaba en cada
rincón de algunos barrios. Pues bien, libros como este de Lenore bajan un poco
los humos de tanto agasajo tal y como se puede apreciar en los siguientes
fragmentos:
“Ahora que tenemos perspectiva histórica, no parece
que haya mucha distancia entre los valores de la clase alta franquista y la de
los triunfadores de los ochenta. Basta comparar la cosmovisión de Alaska con la
de la típica señora del barrio de Salamanca: las dos devoran el ¡Hola!, detestan el comunismo, adoran a
Raphael, defienden el horror vacui y derrochan
condescendencia con la gente pobre. Quizá el mayor desencuentro es que Olvido
Gara prefiere tintes de pelo más atrevidos.” (p. 24)
“(…) pero si algo sabemos seguro es que los
contenidos culturales de la movida apenas atendían cuestiones de clase social,
memoria histórica, explotación laboral, marginación y democracia económica, por
citar asuntos presentes en el underground
setentero español.” (p. 32-33)
“Nunca olvidaré presentarme el primer día de clase
en Icade, la universidad donde cursé Derecho, para encontrar a dos compañeros
tremendamente excitados descubriendo en las páginas de empleo de ABC cuánto iban a cobrar cuando se
licenciasen. Los ochenta fueron una máquina de fabricar juventud conformista.”
(p. 76)
“Como he
intentado explicar, la movida fue la llegada en tromba de muchos procesos
pendientes ya asimilados por la sociedad occidental: la revolución sexual, Mayo
del 68, la parte más lúdica de la contracultura, el arrase del arte pop y
-sobre todo- la revolución individualista, elitista y consumista cocinada por
Ronald Reagan y Margaret Thatcher, procesos diversos y a veces contradictorios
pero simultáneos” (p. 178)
E incluso hace una breve excursión final a la actualidad
dejando este recado:
“La alegría cultural de los ochenta estuvo bien. El
triunfo de Manuela Carmena supone un avance significativo. El problema es
confundir la efervescencia cultural con un cambio político, ya que muchas veces
lo primero funciona como un premio de consolación para renunciar a los
segundo.” (p. 141)
Como se ve, el autor no es muy complaciente con la
movida aunque no ataque a algunos personajes tanto por lo que hicieron como por
lo que vendieron y cómo lo hicieron.
No ha escrito Lenore un libro tan cáustico y a veces
hasta desagradable como el de José Luis
Moreno-Ruiz, La movida modernosa. Una
crónica de la inmovilidad política, comentado hace algo más de dos años en
este blog, pero sí un texto muy crítico con la época que no fue sino la del
afianzamiento del individualismo, el neoliberalismo y el consumismo como
insiste el autor en varios momentos.
El libro está dividido en 10 capítulos en los que va
tratando los diferentes aspectos de la época. Especialmente interesante es el
que dedica al papel del PSOE en el origen y la financiación de la movida (causa
un poco de rubor alguna cosa que cuenta
sobre las negociaciones de músicos para poder actuar en fiestas de municipios
gobernados por los socialistas). También es muy
jugosa la narración de la presencia de Andy Warhol en Madrid y cómo
tanta gente iba tras él para significarse (al final, dice el autor, lo que más
le gustó de su estancia fue la repostería de la pastelería Mallorca). Hay
palos, muy merecidos para Aute y Sabina por las letras de algunas de sus
canciones. También demuestra el plagio de canciones de otros autores. No podían
faltar, claro, Pedro Almodóvar y parte de su troupe que tampoco salen muy bien
parados.
Otro aspecto muy interesante del libro es que Lenore
utiliza mucho, y sobre todo muy bien, la citas de libros y artículos de gente
que ha trabajado bastante el tema o que lo ha vivido directamente.
En fin, un texto que no tiene desperdicio en sus
apenas 200 páginas y cuya lectura resulta además de recomendable casi
obligatoria para quienes vivimos aquella época.
Hay una larga e interesante entrevista de
J.M.Mariscal con Lenore en mundoobrero.es.
Una acotación personal. Decía al principio que estoy
de acuerdo con la desmitificación que se está haciendo de la Transición, más
teniendo en cuenta que participé en ella desde la militancia política.
Curiosamente, a pesar de vivir en Madrid en la época de la movida, quizá por
esa actividad política y por estar dedicado al estudio, no participé en nada de
lo que he leído en el libro, es más, no conozco ni me suenan muchos de los
músicos que en él aparecen. Es decir, efectivamente, la movida fue cosa de unos
cuantos, aunque fuesen muchos, que eran los que iban a todos los saraos.
Víctor Lenore, Espectros
de la movida. Por qué odiar los años 80.
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